Editorial | Mea culpa

Esa integralidad que busca el “hazlo tú mismo” deja completamente ausente al Gobierno, y bajo un manto de apoyo a lo autogestionario, dejando al desdén a las comunidades y movimientos populares, y ¡Ay! sí estos hacen una revuelta que cambie los estamentos, porque allí sí, les caerá todo el peso de la ley.
No hay nada más incómodo que sentar una discusión frente a la situación política, cuando estás garrafalmente en desventaja, por no ser: agricultor urbano, panadera, recolector de hortalizas, yerbatero, médico popular, curandera, maestra, policía, bombera, guardia forestal, entre otras facetas que se esconden vilmente con eso de que los gobiernos promueven al ciudadano integral.
 
¿Y qué se esconde bajo esta supuesta del perspicaz ciudadano integral?
 
Esa integralidad que no es más que la triple explotación que vive un ser que se ha tenido que especializar en diversas áreas para sobrevivir, frente a la ausencia de un Estado, que simplemente está para ejercer la represión, coacción o victimización. ¿Cómo se ejerce un poder popular sí el Estado lo es todo? Las políticas de centralización y monopolio de la economía no hace rentable ni sustentable la sobrevivencia de una actividad generalizada del movimiento popular, sí, podrán existir maravillosos brotes, que sobreviven porque no rompen con la lógica apropiativa del Estado, sino que juegan a que no saben, son los eternos ingenuos, que no problematizan la relaciones entre Gobierno-Estado-Pueblo, no tanto por la comodidad, sino porque de fondo saben que sí los descubren no podrán seguir jugando.

 

Estamos frente a una estructura que disfraza su cualidad productiva asalariando a más de 3millones de personas, las cuales forman parte de la burocracia. Crean políticas no materiales, ni productivas: crean ideas, proyectos, papeles, despliegues, formación para “producir” entre otras cosas, que mantiene a viva voz entusiasmando a la gente, pero el trasfondo es que ese proyecto no llegará muy lejos, ya que no es sustentable.
 
Hoy vemos muchos centros que ahora son ruinas, es por eso mismo ¿Qué gana el Gobierno con un centro de atención a las mujeres víctimas de violencia? ¡Nada! Mejor organízalas, en un bollo gigante, ponle un nombre feminista y que vayan a marchar, que con eso el Gobierno sí gana; y con esa falsa expectativa organizativa, le haces una quimera a la gente que de verdad puede lograr cosas. No es raro que cada institución tenga un componente productivo, donde menos de la mitad de los proyectos son consolidados “maréalas con papeles, estatutos, requerimientos, mesas de trabajos, mesas productivas, mesas organizativas, mesas definitivas, congreso de mujeres” La que sobreviva a todo eso dile “Mija, ya falta poco, estás por lograrlo”
 
Esa integralidad que busca el “hazlo tú mismo” deja completamente ausente al Gobierno, y bajo un manto de apoyo a lo autogestionario, dejando al desdén a las comunidades y movimientos populares, y ¡Ay! sí estos hacen una revuelta que cambie los estamentos, porque allí sí, les caerá todo el peso de la ley. Estamos pendiendo de un hilo. Hemos visto como el emprendimiento colectivo, ha brotado, de forma interesante y sagaz. El Gobierno incentiva un discurso organizativo, pero con paños en la frente, apoya venerablemente a la empresa privada “que es la verdadera empresa” en palabras de Tareck El Aissami.
 
No existe una correlación que permita la subsistencia de lo autogestionario, en un embrión que se deja seducir por el libre mercado, pero no le permites a estas expresiones que se manifiesten en el mercado, las asfixias antes de que nazcan. Es más probable que el Gobierno aspire reunirse con una empresa que ha comprado todas las patentes de producción de cerveza como la Polar, que con una empresa que produce artesanalmente la cerveza, pero con mecanismos menos especializados.
 
Entonces frente a la rebelión de la masa, el Gobierno, discrepa, entra en jaque y reprime: una cosa es que tú siembres pimentones y otra muy distintas es que quieras desplazar a nuestros amigos de la Alfonso Rivas & CIA. Esa supuesta solidaridad e identificación con lo popular entra en profundas contradicciones cuando te entrelazas con los intereses que le benefician a ellos y al capital privado.
 
Podremos sembrar mucho ajoporro, pero, sí no cambiamos las lógicas de la política productiva de nuestro país, no estamos transformando nuestra economía, sólo seguimos encubriendo a las grandes mafias empresariales y estatales que se reparten la renta una y otra vez. Mientras se siembra una metro de verduras, se mueven millones en importaciones, corrupción, fuga de divisas, etc.
El complejo de mea culpa viene dado por esa instauración de los símbolos religiosos en los discursos políticos, donde “el sacrificio”, “el trabajo anegado” son los que brindan los verdadero y respetables frutos y en caso de una calamidad, será culpa tuya de no haberte preparado para dicha eventualidad.
 
Se suele pensar: El Gobierno siempre hace lo posible por ayudarnos ¿qué estás haciendo tú en cambio? Ese pase de factura que constantemente nos hacen algunos que nos rodean que engordecen y benefician con saldo político porque son amichis de Carolina Cestari, son los que nos amedrentan por ser insuficientes e inferiores frente a la adversidad. Sí, es una especie de darwinismo social y porque no, agrégale un pop: pop darwinismo social. En donde sobreviven los que se afilian a la cúpula y los otros son desdeñados, es decir, la supervivencia del más apto y adoctrinado. El resto se la cala, se calla o se va. Cuánta fuga intelectual y productiva no se ha ido del país.
 
Mientras la delincuencia azota, crece el aparato represivo, esto a la par de que todo lo que controla el Gobierno, colapsa: medicamentos, alimentos, derivados del petróleo e importaciones.
 
A pesar de manejar el músculo como Estado, y que centralizó todo, a pesar de eso, colapsa, y con todo y que colapsa, entrega la administración de todo, al componente militar, aparte de tener el monopolio de las armas son una élite económica con intereses en la perpetuidad del Gobierno.
 
La política de control, estatización, y victimización, ha sido el ingrediente perfecto para condensar a una población adormecida, desnutrida, cansada, que agradece cuando luego de mes y medio le llega la caja de los carbohidratos. Sí, al conseguirlo inconscientemente agradeces. Con este condicionamiento de nuestra psique, hemos eternizado la posibilidad de que así estamos mejor, hemos adormecido la cualidad crítica, esto se atribuye a esos códigos del discurso: Con nosotros estás mejor, tu único salvavidas es soportar la situación actual sin contradecirla.

Una breve anécdota empobrecida:

Es muy incómodo saber que estudiaste una carrera universitaria desprovista de todas las cosas que debías emprender para solventar las profundas carencias de un país petrolero que no posee el nivel de insumos necesarios para curar una fiebre a un paciente, de forma muy jocosa, el médico te dice “toma boldo”, o lo que también se conoce “acetaminofén” una planta medicinal con las propiedades necesarias para “aliviar” un síntoma de “malestar” cerebral. Umm, reviso en mi huerto y veo solamente 3 pimentones, malojillo, manzanilla, 2 zanahorias, 1 mata de tomatitos cherry, 3 brotes de ajoporro, 2 brotes de cebollín y 1 brote de perejil, y me siento completamente inútil, ya que no sembré boldo, y ahora sí me jodí y me tendré que calar mi dolor de cabeza hasta que me salga sangre por los oídos. Me quedé, allí viendo el techo, sintiéndome completamente como un parásito que no es un “ser integral” y que voy a morir por mi propia culpa.
 
Porque no escuché al Presidente cuando mandó a sembrar boldo para curar los dolores.
 
Así pasé ese terrorífico día con un dolor de cabeza insufrible. Me levanto, tomo un vaso de agua fría y miró mi incipiente nevera, carece de cualquier cualidad para lo que debería servir una nevera, es decir, podría refrigerar lo que tengo en una cava con hielo y apagar este aparato que jala demasiada electricidad. Me provocaba comer un pollo, pero solamente tengo unos Bs. 900 en la cartera y aún no es quincena; ¿por qué me provoca comer pollo?
 
Hay que ver que yo sí soy caprichosa, como diría Hermán Escarrá: «El pueblo no tiene hambre, sólo tiene antojos” . Mejor achanto un pelo la cuestión y hago un sofrito con zanahoria y perejil, con té de malojillo que tengo en el huertico, coño estaría comiendo un revoltillo sí tan sólo fuese hecho mi gallinero vertical como dijo el Presidente.
 
Me como mi sofrito con mi tacita de té, y me destino a bajar para el trabajo. Mi trabajo no queda muy retirado de mi casa, es decir, vivo en La Candelaria y trabajo en La Hoyada, a un kilómetro de distancia más o menos. Para evitar el malestar de tomar un metro matutino o una camionetica por puesto. Me voy en mi propio vehículo, mi hermosa Atómica (bicicleta), la compré hace unos años y la cuido con todo mi cariño y afecto, además, me veo maravillosa, con mi falda haciendo siluetas con el viento mientras manejo mi extraordinaria bicicleta. Es un trayecto cómodo, me voy por la acera para evitar los carros ya que siempre me quieren atropellar o los hombres me gritan babosadas, y como quiero prevenir un conflicto, me voy pegadita tocando corneta. Al llegar a la sede donde trabajo me toca subir unos 7 pisos por el ahorro energético y sobrevivir la bravía tarde ya que los aires acondicionados están apagado y es una oficina completamente claustrofóbica. Pero bueno, que estemos así, es culpa nuestra, ¿no? Claro que sí, si fuéramos hecho un uso más sabio del agua, no estaríamos así. Sí, la culpa es nuestra.

Los miserables parásitos

Un lenguaje construido a nivel simbólico, donde la única víctima es el Gobierno, donde cotidianamente, es asediada por «la derecha”, “empresarios conspiradores”, “El Imperio”, “Obama”, “traidores a la patria”, “conspiraciones internas”, entre otros, y por eso a pesar de manejar todas las importaciones del país, ser en núcleo central de operaciones estratégicas para la extracción petrolera, han centralizado todo la distribución de alimentos, son los únicos contralores de las distribución del trigo, en fin, son lo que ponen y remueven a su gente según les parezca, cómo es posible, que, siendo así, sigamos instaurando un lenguaje donde los desprovistos de todo para hacer avanzar el país son ellos por culpa de otros. Vean nada más, hicieron de Lorenzo Mendoza, un héroe nacional, el malo, el bueno, el que produce, el que retiene y luego así no más, forma parte de las mesas productivas del país.
 
Entonces, estamos frente a una construcción social de subordinación y consolidación de un discurso que crea hasta temor cuando se infunda un testimonio en contra de la víctima, es decir el Gobierno. Inmediatamente haces una crítica, brincan “balapundeándose” “tú como que eres derechosa”. Es que toda esta conspiración simbólica que nace desde la supremacía del símbolo de Chávez que te ve en todas partes, de la evangelización de la política donde hay un bueno y muchos malos y el Gobierno siempre será el bueno, “el que hace todo lo posible” “yo te di una casa y no me apoyaste” Donde se ha erigido una bandada de personas que al estar en contra son malagradecidos, no hay oposición alguna, “ya que los que se oponen no son patriotas y nosotros somos la Patria”, “nosotros somos garantía de paz” y mediante esa falsa conciencia, donde “los bondadosos” del Gobierno, son los que cubren todas tus necesidades, nos dejan allí, tendidos como palomitas en la plaza esperando a que le lancen algo, cualquier cosa, todo lo que lancen será bueno, porque sé que costó mucho ese algo que me lanzas.

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