Más allá de los análisis epidemiológicos, psicológicos, ecológicos, sociales y teorías conspirativas que logran dar en su clavo y arrojar reflexiones certeras e interesantes sobre la pandemia del Convid19 y sus consecuencias en lo económico y demás esferas de la vida, así como de la visibilización del confinamiento y las miles de estrategias, sugerencias y recomendaciones para llevar adelante esta realidad, he venido a relatar un aspecto de la vida, en momentos de pandemia: una realidad que parece estar oculta, de la que nadie habla, posiblemente esté reprimida. Se trata de la sexualidad y más específicamente del deseo sexual.
Las ganas de hacer el amor, de tener sexo, de echar un polvo y acariciarse existen
Sólo que no pueden darse en cuerpo presente, para quienes se mantiene activos sexualmente pero no viven juntos, les resulta casi imposible tocarse. Pero ¿Quién dijo que esas ganas no pueden ser liberadas y llevadas a la satisfacción aún en cuarentena?
Pareciera que en la cuarentena la gente está cachonda, caliente, quesúa… La cuarentena como medida necesaria nos ha reprimido muchas de las actividades que cotidianamente realizábamos, pero, al parecer, la gente se niega a reprimir su deseo sexual y el ejercicio del mismo, llevar a cabo su erotización y las ganas de follar, así sea a distancia, de manera virtual, pues hoy en día la tecnología lo permite.
Para mi sorpresa me he tomado con tres experiencias sexuales vía whatssapp, que a continuación voy a relatar.
Primero con Ramón. Él es un amigo, burda de pana, que podemos hablar de lo que sea, pero poco nos vemos, y cuando nos vemos disfrutamos uno del otro. Nada de sexo, aunque estuvimos pendientes en algún momento, pero por cosas de la vida no se llegó a consumar. Ramón con frecuencia está pendiente de mandarme un mensaje de contarme de su vida y me pregunta por la mía. De verdad que Ramón es un gran amigo a quien le tengo confianza y cariño.
De vez en cuando en sus conversaciones virtuales Ramón alude a mi sexualidad, mi belleza, mi cuerpo, a veces me solicita nudes petición a la que me niego, pues Ramón tiene novia y si por ahí un día se le olvida borrar una imagen sería un problema muy grande en el cual me niego a estar. Ramón no está nada mal, pero son de estos chicos que te gustan y cuando te enteras que tiene novia se te baja toooda la emoción.
Sin embargo, en estos días de cuarentena, Ramón me envió un mensaje para saber cómo estaba, qué tal mis días de encierro y bla bla bla. Él me confesó que se sentía muy ladillado, y aunque él es freelancer y trabaja desde su casa, el encierro le ha pegado mucho y me confesó que estaba quesúo, que tenía ganas de follar y eso lo tenía un poco perturbado.
Ramón dio inicio el sexting, me pidió permiso para enviarme nudes. Yo acepté. Ramón comenzó a enviarme nudes de cuerpo completo de frente y de espalda, fotos algo artísticas y me preguntó si quería alguna en particular que pidiera por esa boquita. Le solicité foto de sus piernas y de su culo, de sus nalgas y de su pecho, y pues por qué no, ya que estamos en confianza le pedí una foto de su miembro, de su pene. Confieso que ver desnudo a Ramón me excitó y me mojó pensé que eso no pasaría pues como comenté antes de verdad había perdido cualquier atractivo sexual hacia él. Pero tiene un miembro hermoso, y quedé perpleja.
Ramón es muy educado y nada exigente pero si me solicitó fotos a mi como un intercambio. Al final me siento cómoda con él, pensé, así que empezó a enviarle fotos sugerentes pero aún sin exponerme hasta que lo sorprendí con una foto de cuerpo entero. Ramón quedó anonadado, no disimuló su gusto por mí y así fuimos construyendo una historia sexual virtual llena de imaginación y de ganas. Tengo que decir que de verdad fue excitante y que nos llevaremos este secreto virtual a la tumba.
Luego me topé con Joel. Con él tiro muy de vez en cuando pues está en proceso de divorcio y todavía está enamorado de la madre de su hijo. Así que él me busca cuando se siente un poco afligido y yo le doy calor y amor por un rato y aunque no lo crean él también me da calor y amor y un sexo de maravilla. Porque Joel es un chico que sexualmente me hace ver estrellas y yo a él le hago voltear los ojos. Así que ambos nos disfrutamos sexualmente.
Joel empezó a mandarme mensajes por ws que me extrañaba y me quería ver. Yo de verdad no podía creer que me extrañara, que podía extrañarme, y eso despertó mi interés y perspicacia. Después de varios mensajes durante dos días, sobre él, sobre mí, y sobre los momentos juntos, enloquecí excitada y le solicité, una foto, pero Joel aunque no lo crean es muy tímido, es un adonis sexual en la cama pero virtualmente muy penoso. Después de insistir me envío un nude, de una situación muy cotidiana que es ir a bañarse. Pero lo confieso: yo me derrito por Joel, me encanta y quería ver más que su cuerpo entrando a la ducha. Así que le pedí más. Le pedí la foto de su pene.
Joel accedió a mi petición y al recibir la imagen en mi celular, se me hizo agua la boca. Sentí como la vivacidad del fuego me recorría por todo el cuerpo y se concentraba en mis tetas y mi vagina. Me mojé. De tan solo pensar en su pene dentro de mí me mojé. Pero Joel, ni corto ni perezoso también me pidió un nude, y a él si se la mandé. Joel no aguantó la tentación y comenzó a masturbarse y yo también a tocarme. Comencé a penetrar mi vagina mojada con mis dedos viendo la foto de su pene donde además también aparecía su cara.
Finalmente acabamos.
Llegué al orgasmo con alegría.
El tercer encuentro virtual fue con Atilio. Esto fue una verdadera sorpresa. Atilio y yo solo nos vimos una vez en la vida pero pertenecemos a un grupo ws que ha estado muy activo en tiempos de cuarentena.
En una de esas recibo un mensaje al privado de Atilio.
-¡Hola! ¿Cómo estás? Mensaje que de una vez supe dilucidar por donde venía.
Comenzamos a mensajearnos, conocernos un poco más: ¿Qué haces? ¿Dónde trabajas? ¿Qué signo eres?, etc, etc. Durante dos días seguidos los mensajes eran normales, me comenzó a pedir fotos y yo le envíe algunas muy normales: con ropa, leyendo, con tapaboca y otras. Él constantemente decía que le gustaba, que le parecía bella y de más. Hasta que un tercer me preguntó si podía decirle unas nasty things (cosas cochinas) pero realmente no sabía ni qué decir, porque además ni lo conozco y tampoco es que me gusta tanto, recuerdo que es un chico bonito, pero de allí a hacer sexting, no era algo que me llamara la atención.
Al cuarto día después del saludo del ¡Buenos días! ¡Buenas tardes! Me dio curiosidad como sería eso de un sexting nasty con él. Y le propuse como podía hacerlo pero que el comenzara y yo veía como iba a incorporarme pero que realmente sería él que dijera esas cosas cochinas.
En realidad esas cosas cochinas fueron algo así como:
“te estoy besando y pasando la lengua por todo cuerpo y te voy desabrochando tu short, para tocarte, pasarte la lengua en el entrepiernas, te doy la vuelta, te pongo así, te pongo asía, te lo recuesto, quiero que lo veas, quiero enviarte una foto de mi pene, -y me envió una foto y un vídeo-. mira como me tienes, mira como suelta la babita, te paso la babita por las tetas, esto, lo otro…”
Y de repente… me dice que se está masturbando y……
Ni me acuerdo cuantas horas pasaron hasta que respondió a mi texto: “¡Hola, ¿estás allí? ¿Acabaste?”
Su respuesta fue: “sí acabé, y me quedé dormido”.
Así van estos días, dentro de todo, esta cuarentena ha estado con muchos matices que valen la pena resaltar, en este caso que rico, húmedo y satisfactorio han sido estos momentos.