Crónicas del condón roto II

¿Puede ocurrir? el condón roto una historia que nos puede pasar a muchas

Simultáneamente salía con Matías y Ricardo. Matías lo sabía pero Ricks ni lo sospechaba. Matías tiene 4 años mayor que yo y Ricks ya dije que era menor. Quiero destacar que ellos levantaron mi autoestima después de un duro guayabo que pasé por un idiota que no valía la pena pero yo enceguecida creía que era el tipo de mi vida: Adolfo.

Adolfo era divorciado, con hijos grandes, con casa propia y carro, coincidía conmigo menos en lo último. El tipo me llevaba 6 años así que para mí era perfecto. Pero no lo era, fue un espejismo, un patán disfrazado de cariñoso.

Después de este despecho aparecieron en mi vida Ricardo y Matías. Con ellos tenía una relación especial: ambos eran casados y ambos me trataban como su majestad. Matías era un caballero, me abría la puerta del carro, me prendía el cigarrillo, me arrimaba la silla para que me sentara y siempre estaba muy pendiente de mi comodidad. El día que lo conocí me dijo que se había separado pero que era un padre presente. Él estaba pendiente de sus chamos, los llevaba al colegio y los iba a buscar, situación que como ustedes bien sabrán en Venezuela se da muy poco, pues en la mayoría de los divorcios  los papás generalmente se divorcia también de sus hijxs. Pero ser un padre presente es algo que me seduce.

En cambio, Ricks coge muy rico, es una belleza tropical. Es un campeón sexual tropical y también me trata como una reina, hablamos y reímos mucho. Pero con Mati tenía un vínculo más íntimo, nos contábamos aspectos más íntimos de nuestras vidas. Con Ricks había confianza pero no intimidad.

En una de esas fiestas que acudía mucha gente de la Caracas nocturna y rumbera, llegaron Mati y Rick al lugar, cada uno por su lado. No me los esperaba a ambos. Palidecí, me dio taquicardia, hiperventilé, no sabía cómo comportarme, pero segura de mí misma y con la certeza que no le debía nada a ninguno de los dos pues yo era la segunda de cada uno así que no habría nada de qué reprochar. Me lancé al acantilado de las sensaciones. Esa noche bailamos todos, juntos en rueda, y yo me turnaba para bailar con uno y con otro. De cada uno recibía algo especial. Fue una noche mágica, llena de libertad, de relaciones sin ataduras, de diversión y disfrute. Esa noche me besé con Ricks, él me invitó a hacer algo más pero no me atrevía, sentía que no era el momento.

Cuando Ricardo se fue, Matías me agarró para él. Me besaba y me abrazaba todo lo que quedó de noche y al cabo de un rato nos fuimos a dormir a su casa. Ya eran casi las 6 am y Mati me masturbó como nunca antes y justo después de llegar a mi orgasmo, Mati me penetró y nos cogimos muy rico él es gordo tanto como un oso y yo quedo muy bien apretujada en su cuerpo. Cuando Matías acabó se quedó dormido y empezó a roncar. Yo me sentí más mojada que de costumbre, así que introduje los dedos en mi vagina y me di cuenta que tenía leche. ¡Oh Dios, me acabó adentro! Inmediatamente busqué el condón y estaba roto.

Eran las 6:30am y Mati no despertaba así que me quedé inmóvil a su lado hasta que finalmente abrió los ojos y le mostré el condón y conté frente a él los días en los que estaba y estaba en mi día fértil. Allí empezó mi angustia y desesperación. Logré conseguir la pastilla de emergencia con la amiga de una amiga, pues en nuestro país el año pasado las pastillas no estaban en los anaqueles de las farmacias sino en manos de compañeras solidarias que te las regalan o de los bachaqueros especuladores.

Menos mal que me tocó el lado bonito y procedí a tomar la pastilla.

Después de dos semanas que no veía ningún tipo de sangrado fui a hacerme el examen de sangre y resultó ser una sorpresa para mí, pero también para Matías que estaba cumpliendo años, el día que me dieron el resultado: estaba embarazada.

Gracias a otras compañeras solidarias que no te juzgan por las decisiones que tomas, pude conseguir las pastillas para interrumpir de manera voluntaria un embrazo que no deseaba, no quería, no lo esperaba y no lo planifiqué. No soy de las que tengo hijos para reivindicarme como mujer en la vida. No creo en la maternidad como única realización de la mujer. Así que a pesar de que la experiencia fue corporalmente dolorosa, logré interrumpir sin mayor complicación, ni culpa un embarazo que no pedí tener.

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