LaClaseInfo. Este 8 de Octubre de 2019 en horas de la tarde, en la sede del Instituto Goethe, en la urbanización Altamira de Caracas, las organizaciones participantes de la campaña #MadreSiYoDecido plantearon la necesidad de la despenalización de la interrupción voluntaria de los embarazos no deseados y no planificados, antes de las tres semanas de gestación, como parte de la defensa de la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos y para evitar la muerte de mujeres en abortos clandestinos e inseguros.
La referida demanda fue realizada en un foro denominado “Experiencia de las mujeres por el tránsito del aborto voluntario en contextos de penalización y clandestinidad”. Esa actividad formativa se enmarca en una serie de foros que están efectuando un conjunto de organizaciones de mujeres participantes de la campaña #MadreSiYoDecido, en el marco del Día de Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro, conocido como el Día por la Despenalización y Legalización del Aborto, este próximo 28 de septiembre.
Las ponentes del foro fueron activistas del colectivo feminista Las Comadres Púrpuras. En la primera ponencia, Kika Martorell nos explicó las fases que vive una mujer que experimenta un embarazo no deseado en un contexto de penalización del aborto, como es el caso de Venezuela.
Según la psicóloga feminista, al conocer de un embarazo no deseado las mujeres asumen esa situación con sorpresa, y deben decidir sobre la continuidad o no de ese embarazo en un contexto social de exaltación de la maternidad y estigmatización del aborto, que provoca angustia y ansiedad.
En ese momento por diferentes razones como las dificultades económicas, los proyectos personales, la desconfianza en su preparación, la ausencia de una relación sentimental estable o su negación de la maternidad, hay mujeres que deciden interrumpir voluntariamente un embarazo no deseado ni planificado.
Con motivo de la penalización, deben concretar esa decisión de manera clandestina, y de eso modo se incrementa su ansiedad y angustia, porque empiezan a sentir miedo por los riesgos sobre su vida y cuerpo.
En ese sentido, un aborto clandestino practicado de forma quirúrgica o farmacéutica implica vulnerabilidad social, dolor físico, posibilidad de estafa de las redes ilegales que controlan los medicamentos, sentimientos de culpabilidad por el contexto social y muerte. Eso se agrava mucho más cuando el aborto clandestino se concreta a través de formas totalmente inseguras, precarias y agresivas como las soluciones jabonosas o ganchos de ropas. Por eso, la despenalización del aborto ha reducido en los países donde se concretó la mortalidad materna.
Después de practicado el aborto, en algunas ocasiones surgen estados anímicos de tristeza y depresión, que tienen un origen biológico por los desequilibrios hormonales, pero también a partir de un contexto social que culpabiliza y juzga a las mujeres que han decidido interrumpir un embarazo no deseado ni planificado.
En palabras de Kika Martorell, eso demuestra que la despenalización del aborto también tiene como necesidad la salud mental de las mujeres, y la garantía de sus derechos sexuales y reproductivos, enmarcados en programas de educación sexual y de acceso a los anticonceptivos.
"ni el gobierno ni la oposición tradicional incluyen en su agenda legislativa la despenalización del aborto, demostrando que los dos principales bloques políticos del país se encuentran de espalda a las necesidades de las mujeres venezolanas"
En la segunda ponencia, la politóloga Francesca Pérez explicó que en Venezuela existen tres redes clandestinas de acompañamiento a las mujeres que deciden interrumpir un embarazo no deseado ni planificado. Esas organizaciones ofrecen información, asesoría y dos suministran gratuitamente las pastillas. Según la politóloga feminista, las tres redes clandestinas cumplen una labor de subversión política que es sumamente importante porque logra salvar la vida de mujeres y evita que terminen en la cárcel por practicar un aborto en el contexto de penalización de Venezuela.
La activista feminista concluyó que esa tarea que cumplen esas organizaciones debe ser ampliada por las mismas mujeres, porque, a pesar de la actual crisis económica y humanitaria actual, ni el gobierno ni la oposición tradicional incluyen en su agenda legislativa la despenalización del aborto, demostrando que los dos principales bloques políticos del país se encuentran de espalda a las necesidades de las mujeres venezolanas, que demandan al igual que sus hermanas de otros países de América Latina:
¡Educación sexual para decidir,
anticonceptivos para no abortar y
aborto legal para no morir!