Amar sin Penetrar... qué delicia

Bailé por mucho tiempo con Lucas. Ésa fue una fiesta muy distinta a la que solíamos ir cuando rumbeábamos los músicos y sus novias y bailábamos solo salsa

Ilustración: Michael Howard
Ilustración: Michael Howard
Estaba en una fiesta en la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela ubicada en Sebucán. Una fiesta propia de la época del 2000. Llegué con varixs amigxs, y también me encontré a muchxs más.
 
El lugar era majestuoso porque era una arquitectura colonial. Estaba en muy buen estado todavía y a alguien se le ocurrió hacer una mega fiesta allí. Estaba decorada con todos los juguetes de neón posibles, y la gente vestida multicolor, la música como siempre, excelente. Todo estaba espectacular.
 
Durante la fiesta entre bailes, risas, y caminatas por los jardines aledaños, me encontré con un amigo. Uno de eso amigos con el que hay cierto feeling pero imposible de hacer algo pues ambos estábamos emparejadxs.
 
 
 Cuando conocí a Lucas estaba con mi novio bajista. Yo amaba a mi novio, pero cuando vi a Lucas me estremecí de la cabeza a los pies pues él tenía ese aire hippie, de músico sureño que desde muy joven yo había idealizado en un hombre. Cuando lo conocí fue algo así como ¡¡wow!! Qué hermoso!
 
Y aunque en algunos momentos su pícara sonrisa me hacía sonrojar, disimuladamente coqueteaba con él, muy sutilmente, pues la idea no era levantar sospechas. Lucas tenía novia una chica muy hermosa, bastante cercana a mí. Nos conocíamos desde la infancia, nos dejamos de ver por muchos años, pero como ocurre siempre en Caracas, nos volvimos a encontrar y esta vez en la mismo grupo musical. Nuestros novios eran los músicos y nosotras sus fans number one.
Ilustración: Michael Howard
Para esa fiesta ya mi novio y yo habíamos terminado, me montó cachos y no lo pude soportar, lo dejé aunque lo amaba inmensamente, pero su infidelidad fue imperdonable. Así que yo andaba por allí cual hada volando sobre las praderas de la ciudad capital. Lucas también había terminado con Laura, aunque poco tiempo después volvieron, pero para ese momento de la fiesta ellxs no estaban juntos.
 
Bailé por mucho tiempo con Lucas. Ésa fue una fiesta muy distinta a la que solíamos ir cuando rumbeábamos los músicos y sus novias y bailábamos solo salsa. Esta vez, mandaba la música electrónica. Así que este hippie tradicionalista y excelente músico, tuvo que abrir su mente y oídos y dejar entrar composiciones bien distintas a las suyas. Para mi sorpresa, se entregó a la música electrónica. Bailamos gran parte de la noche, muy cerquita, muy juntitos. Hasta que el alba nos tomó por sorpresa.
 
La gente comenzó a irse, otrxs hablando todavía por los alrededores. Lucas me dijo para ir al Waraira y subir por allí mismo pues, estábamos muy cerca de la entrada, era bastante fácil el acceso. Nos estábamos despidiendo de la gente, entre ellos uno de los músicos de la banda. Me imagino que lo percibió todo aunque nosotros estábamos bastante relajados, sin tomarnos de la mano ni nada pues éramos amigos, así que no había nada sospechoso. Pero creo que el pana sí sospechó algo.
Ilustración: Michael Howard

Comenzamos a caminar por Sebucán en sentido Norte, hasta llegar a la montaña. Allí continuamos el ascenso entre los verdísimos caminos húmedos.

Como siempre el Waraira mágica, imponente, madre naturaleza que nos acobija. Llegamos a una especie de tanque. Reposamos un ratito. Teníamos mucho sueño, habíamos bailado hasta el amanecer. Repentinamente comencé a sentir sus manos en mis brazos, y a sentir mi piel de gallina. De un momento a otro estábamos acariciando nuestros cuerpos, sintiendo nuestras respiraciones y nuestros corazones acompasados en la rapidez del éxtasis. ¡¡¡Ahhh qué delicia!!! Sus dedos en mis cabellos, sus respiraciones sobre mi cuerpo, mis manos sobre su piel. Nuestros ojos y sonrisas llenos de complicidad. No hubo besos, ni penetración. Quería que ese día fuera eterno para seguir jugando con sus cabellos largos, ensortijados y jugar él con mi piel suave y erizada. Sonriendo, respirando. Y así estuvimos toda la mañana tocándonos, haciendo el amor.

Ilustraciones: Michael Howard

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Somos un grupo de amigas, parias y rebeldes. Nos dimos cuenta que la brujería y los movimientos paganos comunicacionales son lo nuestro. Aún pateando calle y con un poco de paciencia, nos adentramos en el mundo cibernético. Ladramos, mordemos y cuando llega el momento nos ponemos el monóculo. Maestras en el arte comunicacional y politólogas, aferradas a la loca idea de cambiar al mundo con un poco de humor.

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