Organizarnos para la vida

Comprender la dimensión de la vida de cada integrante del grupo y ver como cada experiencia es un cúmulo representativo de la sociedad.

El año 2019 ha sido relevante dentro de Las Comadres Púrpuras, hemos conocido diversos grupos políticos, establecimos contacto con compañeras de otros países que nos muestran unas realidades no muy distantes a la nuestra. Articulamos dentro de un tejido social que emerge frente a toda dificultad.

En el 2019 comprendimos que la vida de cada integrante del grupo es un cúmulo de experiencia. Frases como: llegué tarde por el metro, no pude leer el artículo porque no tengo internet, no tengo para el pasaje, no he comido, tengo fiebre, no tengo para los artículo escolares de mi hija, el papá del chamo “bien gracias”, sólo tengo tiempo para resolver mis cosas, mi familia se fue del país… formaron parte de nuestra comunidad política.

Sin embargo, desde el afecto y la preocupación por la otra, por su cuidado y su bienestar nos permitió comprender que más allá de la coyuntura hay una inagotable necesidad de construir afectividad, amor y cuidado en tiempos donde el poder hegemónico busca acabarnos. Hemos comprendido que frases cursis como por ejemplo: “que no nos roben nuestra alegría” contiene una fuerza en sí misma que hace preguntarnos cotidianamente ¿sómos felices? ¿qué es la felicidad?

Aprendimos que no se puede construir «política artificial» sin los afectos, pues la comunidad de afectos es lo que nos ha permitido como mujeres construir una política interna desde el respeto a cada individualidad, desde el consenso como mecanismo para llegar a acuerdos, donde lo íntimo y la vida de cada una es importante. Diría una comadre: “no se puede dar lo que no se tiene”, y es completamente cierto. Si cada una de nosotras no se atiende a sí misma, es muy difícil transformar el afuera. ¿Cómo planteamos cambiar las cosas si no atendemos las dudas, miedos, desconfianza? ¿Cómo nos planteamos ser felices si nos posicionamos sólo cómo la víctima del patriarcado? 

Por otra parte, los esquemas tradicionales de organización desde la izquierda nos sugieren en muchas ocasiones, una jerarquización de la organización y con esos esquemas sinceramente jamás nos pudimos adaptar. Nos importa demasiado la visión general de cada una sobre la vida y en cómo la viven. Nos fortalecemos en el crecimiento de nuestra identidad individual y colectiva.

Es importante también la profundización de la fibra política, que esta coyuntura «showcesca» de las cúpulas no nos distancien de la política, aprender a diferenciar la partidocracia farandulera de la emergencia de construir otra política y esta parte del ENTENDERNOS, tanto mujeres como hombres, entendernos desde nuestras diferencias.

Por otro lado, entender que venimos de realidades distintas, es comprender las desigualdades geográficas. El caracascentrismo es una enfermedad que la padecemos desde hace mucho tiempo e impide ver las otras realidades del país debido a que las comunicaciones son difíciles y lentas. Por allí algunos argumentan: «estamos bien» «vamos bien» y otros «estamos venciendo la guerra económica».

Caracas cuenta con un racionamiento de agua regulado pero «más frecuente» en comparación con el resto de los estados así como un suministro eléctrico «constante», Caracas resulta ser la «consentida» y con ello todo un acumulado de subjetividades atribuidas al ser de la capital. Existen estados con 4 horas de luz diaria, privados de señal telefónica y acceso a internet, relaciones cada vez más distantes y lejanas, una imagen de la carreta pujada a caballo invade nuestras mentes, un retroceso garrafal para la comprensión de la vida.

Nuestro grupo se mueve por los pies de cada una y desde la realidad de cada una, nos reforzarmos en las fibras más íntimas para no quebrarnos. Terminamos un año profundamente conmovidas por lo que pudimos dar y el valor tan importante de aferrarse a la vida y la oportunidad de conocer a otros grupos, de crear y soñar juntas.

Caminar con calzado ajeno te lleva a lugares inimaginables donde el terror de Estado ha hecho mella y el miedo es la cotidianidad. Si nos unimos y pensamos es para que estas circunstancias sean reversibles. Sinceramente quien se queda en esta complejidad es porque siente un profundo amor y anhelo por estar viva.

La diferencia no es el verdadero problema, sino cuando éstas se sobreponen como hegemonía, como la verdad absoluta, un mal que aprendimos con mucho luto. ¡Con cuántas piedras no nos hemos reventado ya los dientes de tanto opinar desde la supremacía, sólo se nos han salvado las muelas, pero el ahínco de aprender del error y superarlo es lo que fortalece la integridad, la coherencia y deja rastro de la experiencia en nuestro cuerpo!.

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Política
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