La buena víctima

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Ilustración: Aykut Aydoğdu

Después de haber pasado por la atroz experiencia de ser mujer en esta sociedad, luego de haber creído que todo estaba superado, me quedó la rabia, heridas y llagas que ardían intensamente. Realmente no lo sabía, me dispuse a vivir con eso callada, en el fondo avergonzada, dedicada a lo mío sin mirar atrás. Bueno, eso pretendía, pero no supe aguantar tanto y seguir siendo dulce, buena, fiel…obediente, no supe ser una buena víctima. De un cuenco donde tenía la rabia contenida se regaba sobre mis heridas y me paralizaba, sentía un escozor insoportable, me picaba, me ardía y me dolía. Como acto de desesperación rompí la taza, el cuenco… se desató la rabia.                Rompí el silencio

De repente hoy me encuentro mirando atrás, siendo testigo de mi silencio, de mi auto flagelo. Ahora me sonrío, me consuelo, me cuido. Ahora quiero ser mi aliada 

Cuando rompí el silencio dí el paso decisivo al feminismo, pensamiento al que me había acercado de a poco. Obtuve respuestas a preguntas que ni siquiera me había atrevido a formular. Me puse los “lentes del feminismo” aunque esto es poco, los lentes se pueden quitar, pero, esta visión jamás se va. En un momento determinante vi la delgada línea entre ser una una buena víctima y ser victimario. En la pretensión de que mi dolor no incomodara a nadie había resuelto hacerme espinas, que de rabia contenida y macerada me inyectaba veneno que escupía cuando estaba al tope de mi aguante. Era obvio que no reconocía mi dolor, mi vulnerabilidad, mi rabia no sabía de donde venía y volvía la culpa. No me gustaba lo que había hecho de mí este sistema patriarcal.

Aykut Aydoğdu

Escucho con ironía eso de que las feministas somos agresivas, pero el activismo feminista se ha caracterizado por ser el más pedagógico, no he escuchado sobre algún carro bomba puesto por algún movimiento feminista. Claro, es que la violencia nunca ha sido algo de mujeres, ejercerla no por lo menos, lo más violento que hemos hecho es exigir poder decidir sobre nuestro cuerpo y salir con las tetas al aire en las manifestaciones.

Siempre me revientan la paciencia cuando vienen con ese discurso de que no se puede hacer política desde lo emocional

…es que no entienden que no queremos repetir su viciada forma de hacer política con su lucha de egos y protagonismos. La que se inyectaba veneno tal vez le interesaba, pero ninguna de nosotras quiere seguir siendo eso.

Es esencial para los movimientos feministas, lo emocional, porque todo parte de la sororidad.

Siempre tratan de ponernos en nuestro lugar asignado: muy agresiva igual a machorra o muy agresiva igual a emocional. Pues sí, somos muy emocionales y no dudo en admitirlo. También tengo rabia, por eso soy agresiva. No permito que después de haber sido abusada, violada, silenciada, luego de ser obligada por el Estado a abortar en la clandestinidad traten de deslegitimar la lucha por una vida digna y con reconocimiento. Mi rabia no viene de las hormonas o de mi menstruación. Mi rabia viene de la injusticia, de la mujer que me parió y la que la parió a ella, la rabia es histórica como lo es el dolor y la omisión.

Aykut Aydoğdu

Ahora lo entiendo, molesta que no nos quedemos calladas.

Tomé una decisión personal que no es una fórmula, cuando sale el tema en alguna conversación con amigos lo digo sin tapujos: Yo aborté. Yo fui violada. No es porque me sienta orgullosa, lo hago para que sepan que no son casos aislados y muchas mueren. Yo soy de las afortunadas que puede vivir después de eso. No vamos a estarnos calladas y avergonzadas, tengo el descaro de decirlo.  

Lo nuestro no son carros bomba, lo nuestro es la palabra explosiva.

Ilustraciones de: Aykut Aydoğdu

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Somos un grupo de amigas, parias y rebeldes. Nos dimos cuenta que la brujería y los movimientos paganos comunicacionales son lo nuestro. Aún pateando calle y con un poco de paciencia, nos adentramos en el mundo cibernético. Ladramos, mordemos y cuando llega el momento nos ponemos el monóculo. Maestras en el arte comunicacional y politólogas, aferradas a la loca idea de cambiar al mundo con un poco de humor.

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