"El “otro oro” fueron los cuerpos"
Abel Posse
Los codiciosos del “Mar de Cortés” comenzaron a padecer de la fiebre de las perlas
En ese entonces las majas de la nobleza ansiaban besar una perla del llamado “Mar de Cortés” (mar Bermejo) también llamado “La Reina de las Gemas, Gemas de las Reinas” donde se halló la reliquia preciada y codiciada por todos la MadrePerla o la Perla de la Paz. Se cuenta que la gema pesó 52 quilates y era del tamaño de un limón. Sus avaros adquisidores se la entregaron al Rey Jorge IV, quien se la colocó el día de su coronación. La hermosa perla pasó a manos de la Corona de España y siglos después a la Corona de Inglaterra. Los codiciosos del “Mar de Cortés” comenzaron a padecer de la fiebre de las perlas, alucinaban con volver a encontrar nuevamente una MadrePerla con ese fin obligaban a sumergir a los nativos quienes debían deshojar cada concha marina. (3)