Sácate la teta | Casi todo sobre lactancia materna

La sociedad no examina en ningún momento que es necesario una red de apoyo para los cuerpos lactantes, una red en pro la lactancia materna vista de las necesidades de las mujeres

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Ilustración Emma TISSIER

Esta es la semana mundial de la lactancia materna campaña para fomentar el estímulo por alimentar a nuestros bebes. Desde un acto político amoroso tiene sus pros y sus contras, tiene mucho de romanticismo como también de acciones liberadoras y de resistencia al capitalismo, algo de salvaje y mamífero pero a su vez tiene una dosis de egoísmo e individualismo de la sociedad por creer que un cuerpo lactante no sufre, no se cansa o no merece atención, que las carencias de redes de apoyo en la localidad para las lactantes se debe a la infravaloración social entorno a la maternidad.

Ilustración Emma TISSIER

Ilustración Emma TISSIER

Lactancia materna a lactancia salvaje

Como diría la psicóloga Laura Gutman [1] la lactancia materna es uno de los aspectos más terrenales y salvajes, parafraseándola forma parte de la memoria fitogenética de la humanidad. Es decir que hemos llegado a coexistir en este planeta por miles de años gracias a la leche materna aunque la modernidad nos diga lo contrario, aunque alguna vez hayas escuchado decir “Tú no puedes dar leche” y te lo hayas creído sin tomarte el tiempo de reconocer que pertenecemos al reino mamífero.

La lactancia materna según Gutman es la acción de aflorar lo más ancestral, sublime que brota de ser madre, de ser una con la naturaleza. Si llegases a desconectarte de este principio “la leche deja de brotar de tu cuerpo” amantar forma parte del instinto más salvaje pero también es una actividad corporal que requiere de una constante energía.

Al escribir esto no olvido los momentos al mediodía bañándome con mi bebé desnudo, recostarme en mi cama y sentir como mi cría al succionar de mis tetas mi pecho se calentaba como brasas ardiendo y los líquidos fluían con rapidez, fueron momentos de perderme largas horas en ensoñación mientras se alimentaba, sentirme una felina protegiendo a su cachorro y conectar con mi instinto más salvaje a lo que la psicóloga llama de la lactancia materna a la lactancia salvaje.

Lactancia materna y el consumo capitalista

Algunas reconocemos que la lactancia materna tiene algo de salvaje, pero también reconocemos que los cuerpos lactantes buscamos evitar los gastos económicos que requiere la compra de fórmulas para bebés y por eso recurrimos constantemente asesoría, nos instruimos porque sabemos que nuestra sociedad occidentalizada y capitalista ha generado diferentes distorsiones del comportamiento del consumo en beneficios de unos pocos, por ejemplo hace seis años atrás el mercado de los alimentos aumentaron sus ventas a un 37% solo en fórmulas para bebés [2].

Esto demuestra lo tan lucrativo que puede llegar esta red de mercado y para eso el marketing, los medios y hasta el sector salud (sobre todo el mercantilizado) hace de las suyas para expropiarnos de que lactancia materna puede ser un beneficio económico.

Alejándonos cada vez más de la naturaleza, convirtiéndonos en aparatos productivos con un permiso para lactar de tres meses.

Podemos decir que esta realidad existe pero también existe otra la llamada maternidad intensiva, la lactancia materna a demanda que pareciese que perteneciera solo a un círculo limitado de mujeres y que en algunos casos carece de vínculos que sostenga este acto de cuidado.

Ilustración Emma TISSIER

La lactancia materna y la crianza colectiva

Entre lo primitivo, ancestral, evitar el consumo del capitalismo, el ser productiva para la sociedad está un intermedio bastante grueso que pasa desapercibido y que va aunado a la imagen que esta sociedad a construido sobre la maternidad, lactancia materna y el rol de la mujer. Pareciese que automáticamente al convertirnos en mamá nos volvemos unas heroínas dedicadas exclusivamente al cuidado.

La sociedad no examina en ningún momento que es necesario una red de apoyo para los cuerpos lactantes, una red en pro la lactancia materna vista de las necesidades de las mujeres, concebida como un acto solidario que requiere de reciprocidad sobre la vida, es por eso que la activista Alicia Murillo sostiene que las mujeres no solo deben cobrar por el cuidado sino por criar y hasta gestar [3]. Muches se ríen en relación a ello porque la “normalidad” es que se nos diga “tú decidiste parir y abriste las piernas” y ahora te toca o comprar formula o amantar.

Cualquier decisión que haya tomado una mujer para ser madre y decidir la lactancia materna como fuente de alimentación para su bebé, debe pasar por conocimiento y formación sobre la realidad que iniciara y que transcurrirá mientras amanta, que requerimos de una buena alimentación porque a decir verdad las mujeres que lactamos derretimos nuestras propias grasas corporal para obtener 200 oligosacáridos para alimentar la microbiota del bebé [4].

Por otro lado que los cuerpos lactantes siguen siendo mujeres, humanas y también personas que lloran y se cansan de las tantas horas que requiere amamantar, que algunas se les rompen sus pezones y puede ser un acto muy doloroso, que no es vergonzoso sacarnos las tetas para amantar en público.

Por ello solicitamos también compartir, hablar, que se nos escuchen, que nos den masajes en la espalda cuando los dolores son insoportables, eso debe estar expuesto y sobrentendido dentro de los y las acompañantes de lactancia materna y lactivismo.

Por último que dejemos de anexar a la lactancia la palabra materna para que de una buena vez entendamos que la lactancia no solo es exclusividad de la maternidad sino también de la paternidad y por qué no de la sociedad. Donde existan más grupos de apoyos, colectivicemos la lactancia por la salud física y emocional de las mujeres.

¡Por más lactivista en una sociedad consciente!

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[1] Laura Gautman La lactancia salvaje 

[2] Crece 37% las ventas de las fórmulas infantiles 

[3] Alicia Murillo Maternidades subversivas 

[4] Prebiótica de la leche materna 

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Soy La Roja la que menstrua, mi fusil son mis letras en momentos de crisis social me declaro en rebeldía porque si no puedo bailar, no quiero estar en su revolución. Vivo viviendo, luchadora inagotable, socorrista, pirata de la red, madre insumisa, artivista, con mi puño en alto por las desigualdades sociales y el exterminio del planeta, en favor por el derecho y la educación sexual alternativa.

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