La crisis económica venezolana no solo se evidencia en la imposibilidad de encontrar comida, el alto costo de artículos de higiene personal, los impagables precios de la ropa y zapatos, la escasez de efectivo y así sucesivamente un cúmulo de situaciones que cómo ya sabemos ha colocado en jaque nuestra cotidianidad.
Los métodos anticonceptivos también forman parte de los artículos necesarios para nuestra sobrevivencia y el desarrollo de nuestras vidas. El derecho a una sexualidad libre, responsable y protegida está siendo truncado, ya que los anticonceptivos han desaparecido y si los encuentras el altísimo costo impide comprarlos, así como escasean las medicinas para tratar infecciones de transmisión sexual (ITS).
Es menester recordar que las consecuencias de la ausencia de métodos y medicinas recaen principalmente en las mujeres y sobre todo en las más jóvenes y las más pobres. Sabemos que las jóvenes inician su sexualidad a muy temprana edad pues el país no tiene una política clara y eficiente en materia de prevención y atención a una sexualidad libre y responsable. También reconocemos que en Venezuela desde el Minmujer y el INAMUJER se creó el plan nacional para la protección de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres 2014-2019, sin embargo este plan no está siendo ejecutado, la idea no se ha materializado y la sexualidad sigue siendo una esfera intocable, pero sí juzgable y sentenciable. Es sorprendente ver los altos costos de los insumos como también ver lo insólito que se ha convertido conseguir la famosa pastilla de emergencia y si la encuentras la consigues en un «módico precio» de Bs.800.000.
Asimismo, ante la ausencia de los métodos anticonceptivos hay varias posibles acciones que pudieran realizarse para intentar contrarrestar esta calamidad:
1) que te abstengas a tener relaciones sexuales,
2) que quedes embarazada sin planificarlo, quererlo ni desearlo,
3) que al quedar embarazada sin planificarlo ni desearlo, te practiques un aborto en condiciones de riesgo para la vida de nosotras las mujeres -solo de nosotras-,
4) que te infectes con alguna ITS,
5) que compres los métodos anticonceptivos a un alto costo en el mercado negro (redes sociales o bachaqueros).
Ante estas posibles acciones escojo ninguna de las anteriores. En un país cuyos líderes del gobierno actual se jactan de decir que somos el más democrático del mundo, donde tenemos libertad de expresarnos y de decidir, pues yo decido si quiero abstenerme o no, decido que quiero tener una vida sexual plena, libre, responsable y segura, que no quiero embarazarme, pues no quiero tener más hijos –por ende no quiero abortar-, no quiero contagiarme con ninguna infección de transmisión sexual y no quiero comprarle un condón, pastilla anticonceptiva o un dispositivo intrauterino a ningún bachaquero.
En un país democrático y garante de los derechos humanos, estas decisiones deberían estar protegidas. El Estado debe garantizar una educación sexual que conduzca a las mujeres a su empoderamiento en la toma de decisiones sobre sus cuerpos y el ejercicio autónomo de su sexualidad.
La desaparición de métodos anticonceptivos en el país, es otro problema de salud pública que tenemos que enfrentar. Esta desaparición no puede pasar desapercibida pues son graves las consecuencias que se padecen, sobre todo, las mujeres, las jóvenes y las más pobres. Al no acceder a métodos anticonceptivos se incrementa el contagio de Infecciones de Transmisión Sexual, el incremento de embarazos no planificados ni deseados, por ende se incrementan los abortos en condiciones de riesgo para la vida de las mujeres y además se incrementa el embarazo a temprana edad. Además, la dificultad de conseguir pastillas anticonceptivas hace que las mujeres compren y cambien sus pastillas por cualquier otra, esto trae consecuencias graves para su salud como los desórdenes hormonales y por supuesto embarazos no deseados.
Son consecuencias alarmantes para cualquier sociedad. Los embates de no acceder a métodos anticonceptivos lo sufrimos principalmente las mujeres, y son consecuencias que necesariamente un Estado garante de derechos debería evitar, con obviar que las mujeres y hombres no mantenemos relaciones sexuales no se está atendiendo responsablemente el problema. Las mujeres tenemos que seguir resistiendo una batalla provocada por la mala administración del gobierno.
Frente a esta situación existen organizaciones de mujeres que se dedican desde la clandestinidad a apoyar a las mujeres que transitan por circunstancias de necesidad de los diversos métodos de anticoncepción. Mediante líneas telefónicas, entrega de medicamentos, asesoría, apoyo y contención. Son muchas de las funciones que diversos grupos le dedican tiempo hasta incluso arriesgan sus vidas diariamente.
¿Qué nos queda a las mujeres?
Levantar la voz, denunciar y exigir el acceso a anticonceptivos para mujeres y hombre, y a medicamentos para tratar enfermedades por ITS.
Es necesario reimpulsar el debate y la lucha por el derecho de las mujeres a interrumpir voluntariamente el embarazo, una lucha por la histórica que se explica claramente con la consigna educación sexual de calidad, anticonceptivos para no abortar, y aborto legal, libre y seguro para no morir.
A su vez aplaudimos y promovemos la acción de diversos movimientos de mujeres para tratar la educación sexual libre y responsable en nuestras comunidades, recordando que nuestra libertad no la vamos a conseguir en políticas de Estado sino en nuestra autonomía sexual y reproductiva.