¡Lo personal es político! Cuanta fuerza y vigencia viene a recoger esta frase justo en estos momentos tan críticos que atravesamos las y los venezolanos. Todos los días debemos sobrevivir a la crisis social, la falta de dinero, la especulación, el circo político y pare usted de contar; a lo que se suman los demonios personales que enfrenta cada quien. Y es que nuestras vidas personales también se encuentran cargadas de una serie de situaciones tales como: separaciones, rupturas, enemistades y muchas otras cosas, que se juntan para hacer de tu existencia un batido explosivo de la supuesta “histeria” femenina. Cómo vivimos y sentimos las emociones las mujeres, porqué el terminar una relación, el colocar el punto y final de un ciclo, se torna tan terriblemente jodido y doloroso, e inmediatamente debes cargar en silencio toda tu tristeza y continuar siendo “la mujer 20/20”. Que tus problemas no invadan el espacio público, y es que justo ese es el problema, pareciera que cumplir con las expectativas sociales también significa que debes ser feliz para siempre o mejor dicho debes aparentar una supuesta felicidad, la felicidad de la explotada.
Cuán difícil se vuelve para las mujeres no caer en crisis en un sistema que está hecho para desequilibrarte, porque si sufres en demasía, estás mal, pero si no sufres, también estas mal, porque no te duele la ruptura o no te duele la separación. Es decir, nos atan a una pierna el sufrimiento.
Las tristezas también forman parte de lo político
Vivenciar nuestro dolor; se convierta en una potencia transformadora de realidades
Rodearnos de amigas y amigos, de familiares, relacionarnos con nuevas personas, hacer cosas diferentes y decidir avanzar en los procesos de crisis son decisiones de vida, es una postura política de como enfrentamos las cosas, los cambios y los nuevos procesos que asumimos.
Conocernos, dejarnos sentir, vivenciar nuestro dolor; se convierta en una potencia transformadora de realidades, en donde el apoyo de las colectividades es la base para sostenernos. Debemos aprender a curarnos en colectivo, a sobrellevar los malos momentos en conjunto, ese es un acto verdaderamente revolucionario.
Las mujeres debemos aprenderlo, debemos vernos la una a la otra como iguales, y no en competencia, sin juzgarnos y criticarnos, somos mujeres y por tal nuestras vivencias y sufrimientos están marcadas por un opresor en común: el patriarcado; que esta inoculado en nuestras dinámicas de vida y la misión es erradicarlo.
Por eso hoy decimos con más fuerza que nunca que lo personal es político y lo político es sin lugar a dudas una batalla personal.