Historia | La redefinición de las identidades

Nuestra sangre es la mezcla de opresor y el oprimido somos contradicción andante y se nos impuso un modo de vida, una religión distinta, unas costumbres diferentes.

Si América no se adapta ¡peor para América! En el fondo, este hombre sufre un gran vacío. Siente que no puede alcanzar lo que anhela; que no puede hacer de América otra Europa. América, pese a todos sus esfuerzos, se resiste siempre a ser lo que no es

Leopoldo Zea

1953

Alguien ha encontrado su verdadera voz y la prueba en el mediodía de los muertos. Amigo del color de las cenizas. Nada más intenso que el terror de perder la identidad

Alejandra Pizarnik

1969

Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron:” cierren los ojos y recen” Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia

Eduardo Galeano

1992

13 Oct. 2019. Antes de la llegada de los españoles, ya este territorio se encontraba en disputa por las guerras internas provocadas por la expansión territorial Caribe. Sin embargo, la conquista europea significa otro sistema de pensamiento que se instaura, es la ruptura histórica y civilizatoria. Se produce la colonialidad con violencia, arrancando cualquier pasado que se conecte con la cultura desplazada, representado así una nueva forma de hegemonía.

En el área del cauce del Orinoco se dieron procesos de incipiente esclavitud con modalidades específicas de esta región, esta práctica se da desde la presencia de grupos Arawacos, pero es reproducida con mayor fuerza y extendida por los grupos Caribes. A los esclavos o posibles esclavos, es decir gente de otros pueblos les llamaron itotos:

“Cada año se juntaban grupos Caribes y remontaban el Orinoco y sus afluentes para atacar a los moradores de las tierras cercanas a los ríos. Como acabamos de ver, en algunos casos contentábanse con tener algunos pueblos como proveedores de los productos que necesitaban. A los demás les atacaban sin misericordia, eliminaban a los ancianos y recién nacidos, así como a los guerreros de ambos sexos.” (Sanoja, Mario. 2010)

Relación entre el Poder y Europa:

El nuevo patrón de poder se forjó a partir de la invasión de los europeos en nuestro continente y fue cimentado por la explotación, opresión y dominación de España sobre sus colonias y posteriormente de Portugal, Inglaterra y Francia, lo cual le permitió a Europa erguirse como centro del mundo y extender la colonización sobre África y Asia. La grandeza de Europa fue cimentada sobre nuestros sufrimientos:

“Las colonias de Europa, primero en América y luego en África, le aportaron mano de obra, productos agrícolas, y recursos minerales. Igualmente, le presentaron a Europa una variedad de culturas en contraposición a las cuales Europa se concibió a sí misma como el patrón de la humanidad -como portadora de una religión, una razón y una civilización superiores encarnadas por los europeos. A medida que la noción española de "pureza de sangre" dio paso en las Américas a distinciones entre razas superiores e inferiores, esta superioridad se plasmó en distinciones biológicas que han sido fundamentales para la auto-definición de los europeos y siguen presentes en los racismos contemporáneos” (Coronil, 2000)

Como lo menciona la historiadora María Elena González, la visión de “encuentro de dos mundos” está muy alejado de lo que fue el proceso real.
 
Nosotras/os no estábamos buscando a nadie, así que no los encontramos, y ellos tampoco nos estaban buscando a nosotras/os. Colón quiso llegar a Asia, y murió pensando que había llegado allí, por tal motivo no hubo “encuentro de dos mundos”. Además, rescatando lo que dice la autora, ningún encuentro se da de forma pacífica, ya que la visión de encuentro encubre el exterminio ocasionado.
 
A partir de la V celebración del mal llamado descubrimiento de América, en 1992, comenzaron a surgir posturas que lograron generar controversias con respecto a este hecho. Como es sabido tal descubrimiento no se produjo, más bien se realizó una invasión a tierras pobladas a partir de un genocidio, el más grande de la historia de la humanidad, y en su lugar, se invisibilizó la noción de invasión para dar cuenta los verdaderos hechos de exterminio y extracción de las riquezas naturales.
 
Tal y como plantea Dussel (1977) el ego cogito cartesiano del “yo pienso luego soy” está precedido por 150 años del ego conquisto europeo de “yo conquisto luego soy”. Es decir, la expansión europea produjo la universalización del conocimiento queriendo eliminar el lugar de enunciación de las y los habitantes originarios e imponiendo una visión del hombre blanco occidental (el género es a propósito) para autorepresentar su conocimiento como el único capaz de adquirir universalidad y descartar los conocimientos no occidentales (Grosfoguel, 2009)
 
Esta visión del mundo permitió crear argumentos políticos e históricos para justificar las acciones violentas dentro del continente americano.

“La visión oficial forjada en el marco del V Centenario propone la idea del encuentro, evocadora de una feliz y equilibrada unión entre dos pueblos que ha intercambiado a lo largo de los siglos su sangre y su cultura. Se celebra así en 1992 la fecha aniversario de la boda, civil y religiosa, entre las dos culturas, americana y europea, que inauguró una exitosa convivencia. Nada más lejos de la historia de América que esa visión” (González, María, 1993 )

Esta manera de interpretar la historia, niega el proceso abrupto y violento que significó la llegada de Colón a nuestras tierras. Hace referencia a un pasado romántico, y en cierta manera heroica, que posteriormente se impregnó de eufemismos históricos: “el intercambio de dos mundos”, “el choque de dos mundos”, “el descubrimiento”. Son algunas de las expresiones históricas que se han implantado en nuestra memoria, sin embargo, cada una de ellas tienen una fuerte connotación ideológica y una visión del mundo eurocentrada y colonial.
 
Ante esto, podemos decir que nosotras y nosotros no intercambiamos nada, porque el saqueo, la violación y la rapiña, no son ningún intercambio. Son prácticas violentas de obtención de recursos materiales naturales que no les pertenecían. En ese supuesto intercambio, ¿qué nos dejaron los otros?: enfermedades, imposición de una religión monoteísta creando una jerarquía espiritual que privilegia a los cristianos sobre los no-cristianos, una jerarquía epistémica que privilegia el conocimiento occidental eurocentrado y eurocentrista sobre los conocimientos no-occidentales, la jerarquía etno/racial global que privilegia a los hombres europeos sobre los pueblos no-europeos (Quijano, 1993, 2003, c.p. Grosfoguel, 2009), entre otros.
 
Diversas autoras y autores del continente han propiciado teorías y visiones del mundo que resurgen y reconstruyen la identidad nuestraamericana, sin embargo, es penoso ver que actualmente continúa la hegemonía del pensamiento occidental eurocentrista, que domina el ámbito educativo y por ende el cultural. Vemos con pesar cómo en las escuelas se les habla a niñas y niños del “descubrimiento de América” y “el encuentro entre dos mundos”, inclusive en las universidades, lo que reproduce en las generaciones futuras la continuación del pensamiento colonizador occidental y peor aún se estimula en la búsqueda del Norte en identidad norteamericana, o como dice Grosfoguel una identidad euronorteamericana, y en ese intento pareciera que nos perdiéramos en la búsqueda incierta de una identidad propia que parta del autoconocimiento y el reconocimiento de nuestras raíces, nuestros orígenes y nuestra memoria histórica.
 
Mientras en Venezuela y Latinoamérica conmemoramos el día de la Resistencia Indígena, en España se celebra el Día del Nacionalismo. El rey de España realiza un desfile apoteósico donde celebran el genocidio de un pueblo entero y los seguidores de Colón se vanaglorian de un supuesto descubrimiento, agradeciendo a los españoles los crímenes cometidos en nuestras tierras, agradeciendo el oro y la plata usufructuada de las minas del Potosí y de todo el continente que hoy es llamado “América”.

Y continuamos...

Aun hoy nuestro continente continúa en la búsqueda de la identidad que les fue arrebatada y por la cual impusieron un modelo europeo muy alejado de nuestras realidades.
 
El mito del desarrollo nos ha perseguido por siglos y ha sido la dependencia histórica de las sociedades latinoamericanas producto de la colonización europea la que nos ha empujado por una vertiginosa vertiente de penalidades.
 
Tal como lo señala Aníbal Quijano (2007) la dependencia en principio colonialista devino en la dependencia imperialista de los Estados latinoamericanos, lo cual nos sumió en el perenne estado de opresión y dominación de las grandes potencias extranjeras. Seguimos dominados por los intereses de las metrópolis dominantes.
 
América Latina es pues, un resurgir de voces oprimidas que dan cuenta del sufrimiento de un pueblo, las voces acalladas violentamente por el proceso de conquista que aun desde el pasado resuenan como ecos incansables en la memoria de nuestros pueblos que hoy buscan la manera de redefinir sus rumbos, dentro de los embates a los cuales nos vemos subyugadas/os.
 
El grito de la negra se mezcla con la de la indígena nuestras raíces resuellan en la resistencia del pueblo. Somos el legado violento de la injustica, somos producto de la violación, somos el último aliento de vida de un pueblo mártir. Nuestra sangre es la mezcla de opresor y el oprimido somos contradicción andante y se nos impuso un modo de vida, una religión distinta, unas costumbres diferentes.
 
Somos una identidad en redefinición. Somos el salvaje, la mujer pagana, somos el negro, la india, la esclava, somos tierra de gracia y de caníbales, los bárbaros, los indefensos, somos las otras y los otros… Pero de algo estamos seguras que somos: ¡pueblos en resistencia, pueblos en disidencia!.

Referencias bibliográficas.

Acosta, M. (1983) Estudios de Etnología Antigua en Venezuela. Casa de las América. Habana.

Coronil, F. (2000) “Naturaleza del poscolonialismo: del eurocentrismo al globocentrismo” en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires; CLACSO.

Dussel, E. (1977) Filosofía de la Liberación. México: Edicol. González,

Gonzalez, María. (1993) “Reflexiones sobre el concepto de la historia de América”. Fondo Editorial de Humanidades y Educación. Universidad Central de Venezuela. Caracas

Grosfoguel, R. (2009) Descolonizando los paradigmas de la economía –política: transmodernidad, pensamiento fronterizo y colonialidad global. En Pensar Decolonial. Caracas, Venezuela: Fondo Editorial La Urbana.

Sanoja. M. (1979) Las Culturas Formativas del Oriente Venezolano. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas.

Strauss,R. (1993) El Tiempo Prehispánico de Venezuela. Editorial Grijalbo. Caracas, 1993 Terrero M, J. C. (1933) Ana Carina Rote. Editorial Elite, Caracas.

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