Soñar con alguien significa que el inconsciente nos está gritando, lo interesante es que estoy consciente de ello. Todos mis sentidos lo meditan, el ser suele ser muy insistente cuando siente anhelo hacia algo o alguien… Quizás esa manifestación del inconsciente fue la que desde un principio logró cultivar esa retro-alimentación con el sujeto anhelado.
Para mí esa retro-alimentación es un refugio de mucha luz, mucho calor, mucho color, mucha magia que me llena, sin asfixiarme, me proporciona un tipo de tranquilidad muy singular. Yo se que no debo depender de ella para ser feliz, no lo hago, sin embargo la atesoro muy dentro de mí y de vez en cuando la visito con la imaginación. Quisiera poderlo hacer físicamente, pero las limitaciones terrenales y materiales entorpecen el proceso, para no decir que lo imposibilitan.
Amar en estos tiempos es muy difícil, pero es el mejor motor para luchar, resistir y escribir…
Iba a escribir un meta-relato erótico y terminé escribiendo sobre el amor… supongo que es de nuevo el inconsciente diciéndome que están íntimamente relacionados.
Ahora, sin tanto preámbulo aquí va mi meta-relato sobre el «sueño delicioso», que me visitó ésta madrugada:
Soñé que viajábamos en una moto los dos, él al frente y yo atrás, abrazada a él, reposando mi cabeza sobre su hombro, como aquella escena de la película Amélie, el recuerdo del aroma y la calidez de su hombro cobra vida, me dopa totalmente, sumado al éxtasis que me da la sensación del viento en mi cara, la vista de hermosos paisajes montañosos, el olor de la vegetación, y compartirlo su entrañable ser, no puedo evitar sentirme melancólica, sentir cómo hierve mi interior ante el anhelo de que eso sea más que un sueño.
Pero mejor continúo porque si me lo guardo para mí, moriré (metafóricamente hablando).
Nos detenemos a la mitad del camino, dejamos la moto ahí, entonces, una vez paradxs, él saca de su bolso una sábana y frutas de todo tipo, yo hago un gesto de sorprendida y el me comenta alguna broma sobre lo cliché de la iniciativa, procede a agarrarme la mano y vamos corriendo hacia el monte cual niñxs.
Una vez inmersxs entre la espesura de la vegetación, él se dispone a alargar la sábana en el suelo, coloca las frutas a un lado e inmediatamente nos echamos, él pica de la sandía varios trozos, me ve con picardia y me los ofrece, yo le veo a los ojos, y abro mi boca, él lentamente se acerca más y más a mí, y el calor se empieza a sentir, nuestras respiraciones se hacen cada vez más densas, mis labios se hacen cada vez más sensibles a medida que sus dulces dedos van compartiendo los trozos de sandía conmigo, ahora lo hace con la boca.
Los dioses nos envidian, somos como la imagen de una ninfa y un sátiro haciendo travesuras en las periferias del Olimpo.
Naturalmente, mi cuerpo no se inhibe ante sus encantos, así que lo rodeo con mis brazos y me dispongo a besarlo profundamente, como aquel delicioso beso que nos dimos en la sala de su casa, pero esta vez nuestros cuerpos se tocan, al igual que nuestras lenguas, nos invertebramos. A partir de aquí, algunos flash del sueño me vienen a la mente:
Como el de yo besándolo y chupando su afrodisíaca lengua, él besando y lamiendo efusivamente mi cuello, luego lxs dos tocándonos, abrazándonos y dando vueltas sobre la sábana, besando y lamiendo nuestros cuerpos por largo rato, como par de animalitos, como dos larvas revolcándose entre las frutas. Sintiendo diversas texturas y sensaciones, formando parte de un todo, expandiéndonos y ensamblándonos, olvidándonos de que somos insignificantes mortales para el universo.
Pues en un sueño, podemos ser la envidia de los dioses, ser ninfas y sátiros, ser animalitos o larvas, podemos ser el universo mismo si nos da la gana.
Soñar es vivir, y es gratis, todavía!
Comadre: Artumbra.