De la mano de todos los iconos que representan la sociedad burguesa, estamos en presencia de un nuevo posicionamiento del feminismo dentro de las nuevas generaciones, que es producto de las mutaciones y cambios que está realizando el sistema patriarcal para adaptarse al desarrollo de los tiempos modernos y su vertiginosa evolución tecnológica. Es por ello que ahora defender los derechos de las mujeres está de moda y quien no lo haga está en contra de la mujer del siglo XXI. No me refiero con ello a que la defensa de los derechos de la mujer no sea importante o este en segundo plano, por el contrario, lo que quiero hacer ver es la capacidad de apropiación con que las clases más poderosas se adjudican las demandas de las luchas de mujeres.
La representación que se genera de la nueva mujer es aquella que se estructura desde el poder
Es así como en los últimos tiempos se ha visto un auge inquietante respecto al feminismo por parte de las mujeres más jóvenes. Y es que decirse feminista se ha convertido en una especie de show business para la famosa mediática internacional, cuando digo esto me estoy refiriendo a la gran cantidad de discursos que han aparecido y se están impulsando con mucha fuerza desde todos los medios de comunicación, en especial, en las redes sociales.
La cultura de masas está bombardeando el mercado con mecanismos que promueven la nueva masculinidad y feminidad, y en el caso de la segunda, es una feminidad que está sujeta a la identidad que le provea el macho hegemónico. Este macho hegemónico es el sujeto promovido por el neoliberalismo, que me permitiré explicar brevemente:
Se trata del hombre progresista, al mejor estilo de Macron en Francia, Obama en EE.UU o Macri en latitudes latinoamericanas. Estos nuevos sujetos venden la imagen de ser hombres amorosos, que defiende los derechos de la mujer y están dispuestos a “cederle” a las mujeres un lugar en los diferentes espacios masculinizados, en especial, la política y la economía. Son hombres cuyo relacionamiento con las mujeres es el idóneo, además, aman a sus parejas y promueven la familia ideal, que no deja de ser la heteropatriarcal burguesa. Macri de la mano de una empresaria exitosa, Juliana Awada; Obama ayudado por la inteligente y abnegada, Michel Obama; y la más reciente, Brigitte Macron, una mujer de tercera edad que rompe con los estereotipos al estar casada con un joven 20 años menor.
Es así como este nuevo sujeto necesita una compañera que pueda estar a la altura de las circunstancias actuales, la mujer que “necesita” el mundo debe ser aquella que comparta la visión de este nuevo sujeto, que sea inteligente, hermosa, trabajadora, madre y ferviente defensora de los derechos de las mujeres, debe, además, decirse feminista, y ser todas estas cosas es el papel que debe cumplir la Wonderwoman. Sí, la “súper-mujer” o “mujer maravilla” cumple con todos estos requerimientos: es la activista número 1 de las causas feministas a favor de una igualdad de derechos en todos los ámbitos, político, económico y social. Es la propuesta de mujer que trae lo que he definido como Neofeminismo burgués: ese feminismo tradicional burgués e igualitarista que defiende los derechos de las mujeres ciudadanas, blancas, adineradas, pero que ahora utiliza estrategias más sutiles para captar a las nuevas generaciones y que se alía con el capitalismo para mantener las diferencias históricas de las sujetas. Ejemplo de ello es Hilary Clinton y su campaña electoral.
Es común ver cómo desde el podio de los diferentes organismos interestatales una mujer exige la disminución de la brecha salarial, mientras es una de las actrices jóvenes más cotizadas de la industria cinematográfica y mantiene un nivel de vida que la gran mayoría de las mujeres no tienen.
He visto anonadada y temerosa cómo desde la industria pop se está vendiendo el discurso de las neofeminista burguesas, y es así como la industria del espectáculo viene realizando su labor alienadora con la propagación de imágenes de lo que debe ser la mujer moderna. Madonna, Meryl Streep, Beyonce, son solo algunas de las que se han sumado como líderes de esta nueva ola, lo mismo que Emma Watson, quien es un icono de este movimiento de mujeres, inteligentes y valientes, que luchan por la “igualdad” de hombres y mujeres.
La apropiación del discurso que por años han mantenido las feministas ha llevado a la generación de toda una propaganda mediática a favor. Películas como Hidden Figures o The Suffragette, intentan mostrar la invisibilización de las mujeres en la historia, no obstante, el desarrollo de ambos films enfoca desde el punto de vista de las élites cómo se dieron los logros de estas mujeres, de las que enfocaré tres cosas; en primer lugar, el carácter de “concesión” que se le da al logro de las mujeres por parte de la autoridad masculina; en segundo lugar, la lucha de clases se ve invisibilizada haciendo ver que las primeras ideas sobre feminismo fue cosa de las mujeres burguesas (en el caso de The suffragette) y, finalmente, el marketing con que se han promocionado ambos films, siendo expuestos como lo último en tendencia feminista de la época.
Es por tal que el top ten de los más chic es decirse feminista y luchar por la igualdad de género, pero una igualdad que se basa en no percatarse de las diferencias intrínsecas del sistema patriarcal que, mimetizado con el capitalismo para mantener la opresión y explotación de ambos, se viste de neofeminismo, caracterizado por normalizar las desigualdades económicas de las mujeres, y entre mujeres y hombres, además, no se problematiza la constitución de la mujer que lo puede todo, mientras sigue siendo exclusivamente la madre cuidadora, criadora y responsable del hogar.
Esta ola neofeminista no habla de los femicidios, violaciones y vejaciones que se comenten a diario, ni dice nada sobre la feminización de la pobreza, de los grandes abusos cometidos por los cascos azules a niñas refugiadas de África, ni de la problemática de feminicidios que enfrenta México, o de las violaciones y mercado de prostitución que se genera en Europa con los refugiados.
Así, pues, la representación que se genera de la nueva mujer es aquella que se estructura desde el poder. La creación de nuevas simbologías de la feminidad están bombardeando a las jóvenes generaciones, entramos al primer cuarto de milenio con el pensamiento progre y de avanzada, el sistema masifica las luchas y les borra el sentido de donde nacen, tratando por todos los medios de evitar que las sujetas y sujetos se representen por ellos mismos, y se impone un imaginario de la mujer que determina la dominación de las mismas: la dominación 2.0.
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