Análisis | Frente a la crisis nacional

Una burocracia que mientras estatiza la sociedad, privatiza el Estado como cualquier otra clase política.

A medida que avanza las características más notables de la crisis económica (hiperinflación, crisis del sistema de salud, crisis de los servicios básicos, salarios absolutamente insuficientes) se ha desarrollado una gobernabilidad perversa que logra cierta estabilidad a partir de la pauperización de la población.

Mediante bonos, cajas de alimentos y demás mecanismos clientelares, el gobierno ha logrado mantener el control social sobre una población que debido a su precariedad, depende de cualquier mínimo recurso para sobrevivir. Así un sueldo mínimo que no es sino un pequeño fragmento de la canasta básica (que cada día se devalúa más) se convierte en un logro “revolucionario”, un día nos van a pedir que agradezcamos que no se vaya la luz, o que en el CLAP venga un kilo más de arroz. Pero qué hay detrás de esto, nuestro trabajo, nuestra único medio para crear riqueza, ha sido desvalorizado y pulverizado, y la única salida que ofrece es incorporarse en los mecanismos de clientelización, sacarse carnets, inscribirse en listas, esperar la buena voluntad de la clase política para que “regale” uno que otro bono.

Así a punta de decretos, han acabado con lo derechos sociales mínimo establecidos en la Constitución, la Asamblea Constituyente se ha convertido en la máxima expresión de un poder constituido, inapelable, un poder que sólo rinde cuenta a sí mismo, que mira a la sociedad como su propiedad.

Una burocracia que mientras estatiza la sociedad, privatiza el Estado como cualquier otra clase política.

Ilustración: Ale El Siniestro

Buscan desaparecer a la clase trabajadora...

Con las últimas medidas salariales el gobierno ahora intenta acabar con uno de los sujetos sociales que estaba empezando a reaccionar frente a la crisis, la clase trabajadora.

El nuevo salario mínimo vino acompañado de una modificación regresiva, exprés y unilateral de todas las tablas salariales del sector público, una reestructuración llevada a cabo sin ningún tipo de acuerdo o negociación con los sindicatos respectivos.

El problema no es directamente los montos que se establecen (absolutamente insuficientes) sino el hecho de que se ha pasado por encima cualquier mínimo reconocimiento formal del mundo sindical, con un par de decretos, el gobierno quiere tratar a la clase trabajadora como un sujeto “beneficiario” sin derecho a siquiera negociar el valor de su propio trabajo. Esta situación nos obliga a intentar superar el discurso reivindicativo y sectorial, pues no se trata de si aumentaron uno u otro porcentaje en este u otro sector, de si el CLAP ahora cuesta más o menos, sino de defender la legitimidad y la existencia del mundo del trabajo y de sus organizaciones, de defender el poder social.

Ilustración: Ale Siniestro

La falsa política

El gobierno mientras más habla de anti-imperialismo y socialismo, más se desespera por mejorar las condiciones de las transnacionales (por ejemplo exonerándoles de pagar impuestos, algo que ni los neoliberales hicieron) mientras le suben los impuestos al pueblo en general (con el aumento del IVA del 12% al 16%).
 
La polarización discursiva pierde sentido, mientras crece una identidad de lucha entre los distintos sectores de la clase trabajadores que vienen peleando en la calle,
 
¿es posible alcanzar cierta unidad del movimiento de trabajadores?
 
¿es posible superar la dinámica sectorial y reivindicativa?
 
El gobierno habrá logrado imponer su forma de ejercer el poder, sino logramos que se imponga el reconocimiento y la legitimidad de las organizaciones sociales y laborales. Hoy no sólo enfrentamos una crisis económica sin precedentes, sino también la reestructuración del poder político en una máquina autoritaria que quiere gobernar como si el país fuera una hacienda y nosotr@s sus peones.
 
Sin embargo en la lucha de las enfermeras, de los trabajadores universitarios, de los trabajadores eléctricos, en las denuncias de los trabajadores del metro, en las protestas diarias de las comunidades que carecen de servicios básicos, nos encontramos con una reserva de dignidad, que puede superar el juego del gobierno y convertirse en una fuerza social decidida a recuperar sus derechos y su legitimidad como poder social.

¡La lucha es por la dignidad!

Análisis realizado por el grupo político Variopinto

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Política
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