El 28 de septiembre Día Internacional por la Despenalización del aborto en América Latina y el Caribe honramos a las ausentes, a las que no sobrevivieron, a las que quedaron con secuelas en sus cuerpos a causas de prácticas inseguras realizadas por personas nada capacitadas que hacen del cuerpo de las mujeres y el aborto un negocio lucrativo.
Honramos a las que tuvieron que tomar la decisión de abortar frente a un embarazo que no planificaron, no buscaron o que no puede continuar por múltiples razones y motivos.
La maternidad no es un don, ni un instinto, amerita una grandísima responsabilidad, una responsabilidad vital que no es menor cosa.
Continuar un embarazo, parir y criar a otro ser humano, debe ser una decisión de la mujer, quien además es la que generalmente cría sola pues los varones siguen sin responsabilizare de su paternidad, son los primeros en abortar y nadie los juzga -y menos aún- los penaliza por ello.
Frente a un embarazo no esperado las mujeres lo viven como una sorpresa, como una ambivalencia y como una situación estresante y angustiante. Ninguna mujer «queda embarazada» para después abortar «alegremente» (como dicen por ahí) ninguna mujer vive la interrupción de un embarazo como una experiencia bonita.
El aborto o la Interrupción voluntaria de un embarazo –que es lo mismo- es el último recurso que tiene la mujer frente a un embarazo no deseado, no planificado, no esperado y que no puede continuar y que se hace cuesta arriba y peligroso en contextos de penalización y clandestinidad, como en Venezuela, donde los riesgos incrementen aún más por la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las mujeres en una de las peores crisis generalizadas de nuestra historia contemporánea y que las consecuencias son en peor medida para las más pobres.
El aborto ilegal es un problema de salud pública pues incrementa la mortalidad materna y tiene efectos negativos en la salud mental de las mujeres. En países como Uruguay y Colombia por ejemplo, la despenalización del aborto ha traído consigo la reducción de la mortalidad materna y las mujeres reciben información y atención para realizarlo en condiciones sanitarias seguras.
Por ser el aborto una realidad que sucede más allá de las creencias y opiniones lo que exigimos es que se haga en condiciones que no pongan en peligro la salud ni la vida de las mujeres y que las más pobres puedan acceder como lo hacen quienes cuentan con el dinero para recurrir a la práctica privada que al ser clandestina también tiene sus riesgos, pues sus malas prácticas quedan invisibilizadas sin posibilidad de ser denunciadas.
La realidad del aborto ilegal es ineludible. Son muchas mujeres las que abortan, sólo pocas lo hacen de manera segura, casi todas lo hacen de manera insegura y todas lo hacemos en la clandestinidad.
Diversas organizaciones en Venezuela nos hemos unido a este Grito Global para seguir defendiendo nuestros derechos.
Vamos a debatir sobre el aborto, hablar sobre el aborto es un asunto de derechos humanos por ende es impostergable.