En la actualidad lo viral nos interconecta ya de forma natural, y nuestro animal domesticado por la campanita del aparato capital nos hace reaccionar con mandatos inconscientes de productividad, es decir trabajamos de forma indirecta a través del celular o la laptop, manteniendo un ritmo activo en la producción simbólica que mantienen el orden cosmogónico del capital (él que permanece arriba, y nosotros sus súbditos, lo que solo damos clic). Como seres hiper-productivos, nos capacitan diariamente como masa a reaccionar en la red desde la operatividad de la multitarea, respondemos correos, revisamos el muro del facebook, las fotos del Instagram, practicamos así el like, subimos vídeos, fotos, comentarios, hacemos vídeos de todo tipo, en fin continuamente usamos herramientas aparentemente de diálogo y comunicación.
Sin embargo, somos los/a obreros-operarios-consumidores masivos del “Big Data”, ahí donde se almacenan todo aquello que es producido como capital simbólico y cuyos resultados reflejan cuáles son los comportamientos políticos, económicos, psíquicos y materiales que poseemos, catalogándonos en grupos según cómo, qué consumimos y cuáles hábitos repetimos en hora, lugar y tiempo, lo que demarcaría cómo, cuándo nos desplazamos dentro y fuera de esta gran red virtual que nos cubre.
Estos “Big Datos” son usados y luego instrumentalizados en nuestra vida diaria, alimentando al sistema, esto nos afirma que: accedemos a él, tanto voluntaria e involuntariamente y/o de forma consciente e inconsciente- construyéndonos querámoslo o no, en un cuerpo que labora más de lo que puede energéticamente, duramos más 15 horas al día dentro de la internet, nuestro salario es el epidémico, pues la economía surge en tanto viralizamos todo los eventos, sucesos y noticias que emanan del capital.
La industria de la música está consciente de la memoria antigua y colectiva que encierra la fuerza vital que está localizada en el área sacral-pélvico
Como dato de esta productividad viral, encontramos a un señor de 92 años de edad, autodenominado “El Daddy Melquíades”, quien a través de un vídeo nos muestra pedagógicamente “cómo podemos componer en treinta (30) segundos una canción de Reguetón” explicando uno su ritmo monótono, las palabras que componen el arts erótica-política del reguetón, donde la palabra “mami” es usada constantemente, además de la voz de sonido autotune, cuyas vibraciones deben ser recurrentes.
En este sentido, aunque el vídeo puede tener una carga burlona sobre el reggaeton, el hecho que veamos personas también de la tercera edad asumiendo la producción simbólica del reggaeton y su clara intención de virilizarse en las redes, demuestra que los cuerpos asimilaron al perro que saliva para que cliquee automáticamente al son de lo que más se visibilice en las redes.
A la par que nos potencia como depositarios psíquicos de todas las informaciones multi-diversas que se producen al momento, reaccionando como buenos y productivos operarios del sistema al que tenemos que devolverle todo aquello que nos ha dado, para que pueda visibilizarnos como individuos socialmente aceptados por un juego de reglas claras de (re)productividad de lo mismo sólo que con diversos rostros, para que se dinamice en otras esferas territoriales, corporales y psíquicas.
Falta con ver el tradicional Daddy Yankee, con el ahora Daddy Melquiades, que a través del reggaeton nombrado anteriormente (Daddy Yankee y Daddy Melquiades bailan el » Taca Taca») se ejercita la legitimación del producto (el reggaeton tercera edad) donde desde otras corporalidades y junto con el escenario burlesco, pintoresco de la comedia espectacularizada se asume de nuevo la imagen del hombre viejo que también enviste por tradición a la mujer, ya que la canción dice “soy el papito que te ataca” y que además nos coloca en la posición de que: a “ella le gusta el taca taca”. Es decir, nos dice que asumamos el ataque corporal del hombre como dialogo sexual.
Los poderosos juegan a mantenernos en el campo de “realidades y/con ficciones, fantasías e/entre ideales, negaciones y/en afirmaciones, simulacros desde/con/en noticias.
Recordemos al magnate Yankee con “La Gasolina” donde alrededor de trece 13 veces se repite “que se preparen que lo que viene es que le den duro” pues a “ella le gusta la gasolina” “en la pista nos llaman los matadores”. Lo cual pone en énfasis que la violencia para ellos es necesaria y debe existir dentro de una relación amorosa. ¿Es decir, necesariamente el acto amoroso entre individuos tiene que ser a través de la subordinación, de la violencia? ¿acaso sólo se trata de “darnos duro” como si fuésemos un saco de boxeo? Sin dejar de lado que en se reafirma como en muchas canciones de la industria la pedofilia y la relación edípica la mujer disminuida a “bebé” y luego a “mami”, como si las mujeres son seres humanos débiles, sin fuerza alguna, pues el único capaz de proporcionarla es el hombre, que con la dureza de su “falo totémico” puede golpear sin contemplación todas nuestras cavidades.
La industria de la música está consciente de la memoria antigua y colectiva que encierra la fuerza vital que está localizada en el área sacral-pélvico y entre el pubis- el ombligo, como el origen de la vida y sustancia ancestral que nos envuelve desde tiempos inmemoriales cuando activamos los movimientos bruscos de la cadera, y hacemos contracciones musculares junto a los movimientos ondulantes, son producto de abrir la flor del Swadisthana o Chakra Sexual, ahí yace “la morada del ser», la fertilidad humana protegida por elemento del agua, es decir los fluidos femeninos y masculinos que emergen como fuentes tanto de placebo como de contigüidad y nacimiento de vida.
Por ejemplo, solo hay que observar como la danza oriental o la que comúnmente denominamos en occidente la “danza del vientre” (término acuñado por los franceses que sólo restringieron nuestra relación con este baile a su noción del movimiento pélvico, sin embargo, este baile tiene más movimientos en su arte erótico)
En ese sentido el gran laboratorio del capital usa las voluntades y bondades de la naturaleza humana: sus saberes, creaciones, inventivas, artes, conocimientos y sensibilidades corporales, a favor de una producción simbólica que contribuya a encarrilados a territorios donde la voluntad solo es posible a través de aquella relación que reproduzcan y pongan en práctica la: sumisión, depredación, violencia, censura, castigo y miedo.
La opción es seguir luchando con músicas que promuevan la creación de espacios orgánicos que actué como fuerza motivadora y energía (pro)creativa de métodos y práctica para el amor horizontal, que reconoce al otro desde sus diferencias/alteridades y similitudes, desde y para la comunicación saludable, fortaleciéndonos como naturaleza viva, cambiante, transformadora, libertaria y empoderadas del cuerpo, por eso creo que es necesario en este sentido apoyar propuestas que intentan contrarrestar y dar otras perspectiva de la música que baliza el cuerpo de la mujer como objeto. Les dejo para su disfrute algunas de estas canciones:
Recuerden que, en este mundo de falsos positivos o verdades veladas, los poderosos juegan a mantenernos en el campo de “realidades y/con ficciones, fantasías e/entre ideales, negaciones y/en afirmaciones, simulacros desde/con/en noticias, distracciones con cortinas de humo convertidas en largometrajes (novelas) políticos, coladas en los magazines del espectáculo.
Puesto que sabe que somos adictos al celular y desde ahí múltiples situaciones transitan, donde todo se vale y se legitima todo, actualizando nuestra actividad en modos y hábitos de relación, esta sociabilidad hiper-mediatica es afectiva y efectiva, siempre y cuando afecta positiva y negativamente al otro, que suele ser ejercitado dentro el espejo multitáctil de la doble relación amigos/enemigos, esto se halla en los LIKES (me gusta), entendiendo que todo aquello que no acumule LIKES son sinónimo de “indiferencias, desagrados o no me gusta”, surgiendo así un tipo solapado de discriminación, que además este LIKE y su posibilidad de compartir, es principalmente es usado para ese fin
La relación tecnológica que hoy que posee el poderoso en intercambio con la naturaleza, no es en pro de protegerla, ni busca generar, aunque en apariencia el discurso que promueva lo diga, “esto lo hacemos por y para el bien de la humanidad”, acudiendo así a una erótica moral*, que nos provea por lo menos discursivamente con la apariencia de que su búsqueda es para darnos una supuesta “satisfacción plena”.
Solo es necesario mirar que históricamente muchas de las bondades de la naturaleza fueron y siguen siendo usadas para ser explotadas en primer término como materia prima, pero luego son puestas en el escenario público como armas biológicas, psicológicas, avaladas a partir de sofisticados organismos y leyes internacionales (que auto-legitiman al grupo de los poderoso) y así son lanzadas como granadas a todos los pueblos que conforma esta única nave espacial (la tierra), en dispositivos económicos, religiosos, políticos (por ende, ideológico) que originan el nacimiento de esa otras producciones culturales de la escucha, del habla, en definitiva de las relaciones con los sujetos y sus objetos. Puesto que la cultura parte de la (re)producción simbólica que se intercambia y se crea en el día a día, partiendo de luchas, guerras, movimientos sociales que dan cuenta del propio arte de vivir y experimentar el mundo.