El miércoles 7 y el jueves 8 de Noviembre fueron días de esos históricos en Venezuela. Días en los que agradecimos ser testigos de este momento: la clase trabajadora se organiza en un encuentro nacional sindical y consolida la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela [1] presentando el Programa de Lucha en Defensa del Salario y los Derechos del Pueblo Trabajador, y construye el plan de acción inmediata en conjunto para continuar la protesta en contra de las medidas económicas que nos asfixian y empobrecen sobre todo a la clase trabajadora.
La Intersectorial de trabajadoras y trabajadores de Venezuela es un espacio unitario sin distinción de partidos políticos, que agrupa a gremios, asociaciones y sindicatos cuyos objetivos en común son: exigir al ejecutivo un salario digno que se relacione con el precio de la canasta básica (Art. 91 de la CRBV); luchar por el reconocimiento de las convenciones y contrataciones colectivas y la progresividad de los derechos (Art. 89 del CRBV); exigir el reenganche de las y los trabajadores despedidos injustificadamente, exigir el cese de los despidos, exigir el cese de las persecuciones y amedrentamiento de las y los trabajadores por parte de los patronos directivos de las diversas instituciones gubernamentales, así como exigir el cese de la destrucción ambiental en el mal llamado Arco Minero.
Después de meses de protestas en diversas zonas del país la clase obrera se enfrenta a la violencia no sólo de las medidas económicas desfavorables que pauperizan a la población con salarios de hambre sino también con la violencia arremetida por los órganos de “seguridad” como la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Policía Nacional Bolivariana (PNB), la primera con evidentes acciones agresivas [2] en contra de las y los trabajadores de las empresas básicas en la que con ráfagas de tiros dispersaba la manifestación pacífica. También se vio a la PNB acordonada para evitar el paso de la admirable Marcha Campesina y en las diferentes concentraciones de trabajadorxs y profesorxs de la UCV, por sólo citar algunos.
Cuando se meten con una se meten con todas.
Deillily Rodríguez insigne trabajadora líder sindical del Metro de Caracas, ocupaba el cargo de Operadora en Servicio de Protección (OSP) y fue elegida por voto popular para encabezar el sindicato, fue despedida injustamente el pasado 30 de octubre después de 12 años de servicio, por el presidente esta empresa el Mayor General César Ramón Vega González, por manifestar públicamente las injusticias que se comenten en contra de las y los trabajadores del Metro de Caracas, las condiciones deplorables en la que se encuentran, por exigir que el HCM tenga una real cobertura, no hay una flota de metros ni de metrobuses, no hay escaleras mecánicas, por expresar su rechazo a las medidas económicas creadas Nicolás Maduro en las que recortó el salario por debajo del precio de la canasta básica y desconoce las contrataciones y convenciones colectivas.
Anteriormente había sido expulsada como vocal de Sitrameca un sindicato con dirección patronal, por no ceñirse de manera sumisa a la directiva y exigir mejores condiciones de trabajo.
Ante tales violaciones Deillily permanece de pie, con incertidumbres pero también con expectativas, la fuerza en su mirada es la fuerza de su ímpetu para seguir luchando por una vida digna, la que todas y todos nos merecemos:
¿Alguien se ha preguntado si Deillily es madre?
¿Si tiene familia?
¿Cómo hará para sobrevivir sin un trabajo?
¿Cómo es que después de 12 años de trabajo la botan así no más?
Deillily nos enseña a mantener la firmeza y nos invita a perder el miedo nos expone:
¡Ya no tenemos más nada que perder, miedo me da que mi hija se enferme y no pueda comprarle un medicamento!
Y es verdad, qué más miedo podemos tener si ya el gobierno arremete contra lxs trabajdores, pero poco a poco vamos venciendo el miedo y cuando la clase obrera se junta la lucha se hace más fuerte.