Por Perro y la Rana
Combativa, femenina e íntima fue la presentación de Gancho, canela y sangre: de interrupción venimos a hablar, libro que “contiene la voz las mujeres que se atrevieron a contar sus historias frente a una de las realidades venezolanas más calladas como es la interrupción voluntaria del embarazo y que constituye un pasito para la lucha de las mujeres y los movimientos feministas en Venezuela”, comentó Morelba Jiménez García, socióloga e investigadora, defensora de los derechos de la mujer a una vida libre de violencia.
“Si el Papa fuera mujer el aborto sería legal”
Durante la actividad, las mujeres presentes se unieron para cantar consignas en pro de la despenalización del aborto. Las estadísticas indican que Venezuela registra el primer lugar en embarazo adolescente en Suramérica, superando a Bolivia, Colombia, Perú y Chile. También, las cifras indican que aproximadamente cuarenta y seis millones de mujeres en el mundo se someten a un aborto inducido, según el Instituto Guttmacher se producen 35 abortos por cada 1.000 mujeres en el mundo y es en los países “en desarrollo” donde ocurren la mayoría de manera insegura.
Para celebrar el nacimiento de este libro, el grupo de danza Epitelio presentó un performance cuya fuerza evoca la lucha de las mujeres contra ellas mismas, la bestia que llevamos dentro y que se alimenta de prejuicios, estereotipos, roles de género e imposiciones sociales.
HOJA SECA / Virginia
“Por alguna razón, la gente tiende a juzgar un aborto, pero varios por la misma mujer es algo completamente desterrado de la moral, de la ética y de cualquier estructura social. Podrían decirme hereje, mala madre, loca, criminal, irresponsable; eso queda a cuestión de ustedes y de sus juicios y prejuicios; pero sí, volví a abortar. Esta vez no tenía sino una semana de embarazo, porque ya estaba prevenida de que, si no me cuidaba, podría estarlo; y fue así. Pero si ya me sentía una hoja que estaba marchita, seca, esta vez me caí del árbol para ser efímera, esperando que el aire me volviera polvo y, con ello, se llevara todo.
Duré años ocultando lo que había sucedido, y, al final del camino, aquí sentada entre recuerdos plasmados en estas páginas, les digo que me hice una mujer fuerte, con una visión amplia de cuándo decidimos estar embarazadas y cuándo no. Ya no soy la hoja, soy el árbol”.