En los últimos años se ha desarrollado una nueva corriente en el campo conservador que busca “renovar” su expresión política, Milo Yiannopoulos es una de las expresiones de este fenómeno.
A partir de la crisis de los partidos tradicionales, tanto socialdemócratas como liberales-conservadores, han surgido nuevas expresiones políticas tanto de los nuevos movimientos sociales, pero también de una “derecha” no tradicional, con una identidad “anti-sistema” y con la pretensión de impulsar una renovación ultra-conservadora de la sociedad. Este fenómeno se expresa en el ascenso de varios partidos de la derecha nacionalista europea, en muchos casos heredera de algunas expresiones del fascismo o el nazismo en general. En el caso de E.E.U.U. estas nuevas corrientes que se identifican como “alternative right” o “alt-right” (derecha alternativa), se han concentrado alrededor de el portal web Breitbart y han sido parte de la base de apoyo a la candidatura y el gobierno de Trump.
El ascenso de Milo Yiannopoulos
Milo Yiannopoulos empezó a trabajar en Breitbart entre el año 2015 y 2017, llegando a ser redactor jefe. La participación política de Milo Yiannopoulos es más parecida a un performance burlesco, en el que busca romper con la política correcta, con frases como “el feminismo es cáncer”, entre otras afirmaciones dirigidas contra diversas expresiones de la izquierda en general. El mundo que describen los voceros de la alt-right es el de una sociedad controlada por lobbys “progres” que han permitido el ascenso del terrorismo islámico, la inmigración ilegal, el feminismo, las ideas socialistas, entre otros factores que estaría acabando con la cultura y los valores occidentales.
Milo Yiannopoulos se define como homosexual, pero rechaza a la comunidad gay en general por ser parte de una degradación de la moral. Defiende la biblia como la base de la sociedad occidental, rechaza algunos principios de la lucha feminista (como la desigualdad salarial, la desigualdad en el acceso a diferentes servicios, las políticas sexistas o excluyentes en general, los cánones de belleza impuestos) como problemas inexistentes o irrelevantes, iguala la religión islámica al terrorismo, entre otras afirmaciones. Este personaje utiliza más el sarcasmo, la burla y un discurso que juega entre el humor y la agresividad, para conseguir más seguidores, convirtiéndose en una figura de las redes sociales de la alt-right. Sin embargo sus foros y conferencias han sido rechazadadas en diversos momentos, destacándose las fuertes protestas que protagonizaron estudiantes de la Universidad de Berkeley en California, debido a la programación de un foro con la participación de Milo Yiannopoulos.
El debate impuesto por la alt-right
La nueva derecha ha forzado el debate político hacia una lucha de civilizaciones, en la que todos los problemas sociales, económicos y políticos, se centran en la debilidad en la que se encuentra los valores occidentales. Un debate más pasionario que argumentativo, puesto que invisibiliza gran parte de la realidad, para embarcarse en la promoción de políticas nacionalistas y conservadoras como tabla de salvación de la sociedad, además de identificar a cualquier principio distinto a lo ellos consideran como occidental (cristianismo, tradicionalismo conservador, nacionalismo, elitismo) como enemigo o agente externo. Esta corriente esconde la promoción y el financiamiento del terrorismo islámico de parte de “occidente”, esconde la responsabilidad de los grandes banqueros y representantes del capital financiero en la actual crisis económica mundial, esconde las guerras que promueve occidente en Medio Oriente como la causa de las grandes oleadas de inmigrantes.
Reducen el feminismo a un estereotipo de “mujeres histéricas” para invisibilizar la terrible violencia de género y las luchas por derechos como la interrupción voluntaria del embarazo, así como el ascenso de grandes movilizaciones de mujeres en todo el mundo. Milo Yiannopoulos y la alt-right trata de llevarnos a un debate irreal de “choque de civilizaciones”, cuando lo que está en juego es el estatus quo de las élites políticas y económicas, debido al ascenso de nuevos movimiento populares que buscan renovar la expresión política de “l@s de abajo”.