Frutos extraños es una obra teatral que a través de la danza, de elementos oníricos y poéticos como las formas, las luces y los colores, nos invita a reflexionar sobre la violencia machista y sobre los femicidios, y cómo todo ello es reforzado y naturalizado por un sistema que revictimiza a las mujeres víctimas de dicha violencia.
Frutos extraños nos lleva de una manera sutil pero a la vez cruda, a vivir las emociones más profundas que se encuentran en los cuerpos de las mujeres, que son silenciadas por este sistema y sociedad patriarcal.
¿Cuántas frutas extrañas tenemos guindando en cada una de nuestras historias, cuáles fueron devoradas, cuántas resembradas?
De manera metafórica los frutos extraños representan la vida arrebatada de las compañeras que ya no están, y que además son invisibilizadas, ignoradas, y estigmatizadas.
La obra junta en los cuerpos danzantes todas las voces, todas las rabias, todo el dolor y las memorias de las mujeres que ya no están, pero su luz cobra vida, gracias a aquellas que no olvidan, a las que luchan, y buscan que haya verdadera justicia y protección para las mujeres.